8.5.08

Ay, la distancia...

Ya me voy acostumbrando a estar lejos cuando acontece un estreno de alguna obra mía, sucedió con La voz oval, De sombras y ridículas preciosas, Un curso de milagros y otras.
En el inicio de temporada generalmente todo es miel sobre hojuelas. Asisten amigos, familiares y raramente un crítico. Se brinda con algún vino y a todos les parece que la obra está bien. Por eso a los autores nos gusta ir a los estrenos y no volver.
Ya en temporada se encuentran espectadores más avezados y uno mismo puede advertir mejorías. Por si fuera poco, hay un lugar común para exculpar a los actores en el estreno, se habla siempre de nervios y que a la obra “le hace falta fluir… ya vendrán mejores funciones”, así que hasta disculpas de antemano existen para pactar una noche de buenos deseos y localidades gratuitas.
Lo que me gusta de no estar en los estrenos y en la temporada en general es que un amigo me escribe un mail y me cuenta su experiencia. Desde luego que preferiría estar ahí, y poder disfrutar de los aplausos o diatribas, pero tiene lo suyo recibir la inesperada crónica de alguien que, a muchos kilómetros de distancia, ve tu trabajo y se toma el tiempo para enviar su impresión, a sabiendas de que no puedes ir al teatro al día siguiente y verificar lo que dice. Es un ejercicio de confianza, un ritual más en el oficio teatral.
Lo cierto es que espero ir a México y llegar al final de temporada de No tocar, cuyo elenco debe estar sobre las tablas mientras escribo esto.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

MEJOS QUEDATE ALLA O QUE SE VAYA TAMBIEN TU OBRA Y ASI NOS NOS HONRAS CON TU VISITA, DRAMATURGO INFLADO...

Anónimo dijo...

¿Por qué este tipo de comentarios siempre tienen faltas de ortografía? ¿A caso es la misma persona? ¿A caso son varios analfabetos o se ponen nerviosos como niños antes de insultar? Qué curioso...todo un fenómeno sociológico en tu blog.