29.10.07

Madrid me calla la boca

Mis prejuicios y yo creemos que Madrid es una ciudad horrenda. Siempre he estado de paso, así que mis reflexiones son, cuando menos, descabelladas; esa clase de ideas-presentimientos que la conciencia construye y son imposibles de desaparecer.
Sin embargo, hay una razón para ser optimista. Su teatro. Desde hace años el teatro madrileño ha comenzado una larga batalla por recuperar espacios y públicos y al mismo tiempo competir con la otra capital del teatro en la península, Barcelona. Cada uno en su lengua, con su respectivo despliegue de artistas, la apuesta madrileña, entre otras cosas, ha sido por los festivales de talla internacional y las figuras. Este año el Festival de Otoño nos ofrece la siguiente alineación: Peter Brook, Luca Ronconi, Mathias Langhoff y Heiner Goebbels.

Peter genio Brook: Fragments, cinco textos breves de Beckett y The grand inquisitor, a partir de Los hermanos Karamazov, con Bruce Myers en el papel del cardenal que acusa a un Cristo reaparecido y silente. Un digno representante de la mitología teatral en la actualidad.
Luca artista Ronconi: presenta Il ventaglio, una de las piezas menos conocidas de Goldoni. Una detenida foto en sepia que cobra vida, y un abanico que, como la mariposa de la teoría del caos, acaba generando huracanes con su minúsculo aleteo. Uno de los más brillantes artistas del concepto visual y escénico que hay en Europa.
Mathias metódico Langhoff: Quartett, de Heiner Müller con el Berliner Ensemble en un estreno mundial. Una de las obras más reconocidas de Müller y seguramente la más compleja de representar sin caer en todos los lugares comunes que de unos años para acá se han venido sumando esta pieza en nombre de alguna vanguardia o teoría experimental.
Heiner músico-dramático Goebbels: Schwarz auf weiss (Negro sobre blanco). Müller de nuevo, aunque más como pretexto-personaje. Este genio es el heredero una tradición alemana más bien local que ahora se abre al mundo: la sonoridad dramatizada. Todo en este montaje tiene que ver con el sonido y quizá con la música. Es un espectáculo concebido para que la partitura dramática se desenvuelva a través de un complejo sistema sonoro, para lo cual, por ejemplo, necesitó de 18 músicos.

En suma, lo mejor de una generación de artistas escénicos, un teatro que abre sus puertas a otras expresiones del arte (visual y sonoro, especialmente) y experimenta con ellas, dos figuras imprescindibles en la teatralidad mundial y la expectación por tener a tanto genio cerca. Con esta suculenta oferta, y mirar de cerca los triunfos del Atlético de Madrid hacen pensar que quizá no sea una ciudad tan adversa como lo piensa este escribano.

27.10.07

Una dramaturgia apócrifa más

Hacia 1650 se publicó a nombre de Calderón de la Barca la obra Del Rey abajo, ninguno, pero veinte años después el autor de La vida es sueño la incluyó en una lista de obras apócrifas, se trata entonces de un texto de Francisco de Rojas Zorrilla, autor cómico creador del subgénero del "figurón".

Para venderlas mejor (las obras), varios impresores y editores (esos pillos) las habían publicado con la firma de Calderón. El caso es frecuente entre los autores del Siglo de Oro y es probable que en otras tradiciones dramáticas también, baste recordar el caso de Shakespeare y Moliére que se ha relatado en estas páginas cibernéticas.
A Lope de Vega le adjudicaron más de cien comedias ajenas, y a Rojas Zorrilla, una decena, a las que, al parecer, habrá que sumar probablemente Del Rey abajo, ninguno, que está por estrenar la Compañía Nacional de Teatro Clásico de España. Obra que sigue huérfana de padre, puesto que se publicó a nombre de Rojas Zorrilla cuando ya había fallecido, con otro título: El labrador más honrado, García del Castañar. El autor toledano no la incluyó en ninguna de las dos partes de sus comedias.

Hace medio siglo, el hispanista estadounidense Raymond R. MacCurdy, uno de los mayores expertos en Rojas Zorrilla, afirmó que Del rey abajo, ninguno no le parecía obra suya, y, para corroborarlo, comparó su versificación con la de sus comedias autógrafas.
Resulta paradójico que la comedia escogida por la Compañía Nacional de Teatro Clásico para celebrar el cuarto centenario de Francisco de Rojas Zorrilla sea Del rey abajo, ninguno. Los resultados son concluyentes: en éstas, en torno al 64% del verso es romance; en aquella, sólo el 26%. En ninguna de las comedias que dio a la imprenta hay liras, en la que nos ocupa hay 42 versos. Y así sucesivamente. Pero entonces, ¿de quién es Del rey abajo, ninguno? MacCurdy sugiere que de tres autores: Antonio de Solís, el propio Rojas Zorrilla y Calderón, que el 2 de junio de 1640 estrenaron ante Felipe IV en el estanque del Buen Retiro una comedia, de la que nos ha llegado el dato, pero no el título.

La autoría colectiva era moneda frecuente en el siglo XVII aunque la tradición dramática en lengua castellana haya omitido este tratamiento compuesto por varias personas y especialmente cuando había una voz ajena al autor y los actores, que en la tradición alemana recibió por primera vez el nombre de dramaturg. Con este término se designó una nueva figura mitad consejero literario y teatral, vinculado también a la producción general de una compañía, a un director o a un responsable de la preparación de un espectáculo. El primer Dramaturg que registra la historia fue Lessing: su Dramaturgia de Hamburgo (1767), compilación de críticas y reflexiones teóricas, una tradición alemana de actividad teórica y práctica que precede y determina la puesta en escena de una obra. El alemán distingue, a diferencia del francés y del castellano, el Dramatiker, el que escribe obras, del Dramaturg, que prepara su interpretación y su realización escénicas. Esta figura puede ser colectiva, o más bien sus funciones cambiantes, cosa muy frecuente entre compañías o grupos de teatro muy heterogéneos de gran formato.
Es probable que en estos procesos de montaje existiera un rol cambiante de dramaturguista, director y autor. Rojas, por su parte, tiene quince comedias compuestas a tres manos, cuatro de ellas con Calderón y con, sucesivamente, Antonio Coello, Juan Pérez de Montalbán, Luis de Belmonte y el mencionado Solís. Uno escribía la primera jornada, se la pasaba al siguiente, que redactaba la segunda, y el tercero remataba la faena. Los dramaturgos áureos hicieron cadáveres exquisitos avant-la-lettre.

En su edición de Del rey abajo, ninguno, la hispanista Brigitte Wittmann ofrece un dato que lía aún más la madeja, o que ayuda a desenhebrarla, según se mire: en el libro 42 de Comedias de diferentes autores (1650), donde Del rey abajo, ninguno figura a nombre de Calderón, hay otra obra titulada El labrador más honrado (como la edición suelta que luego aparece a nombre de Rojas Zorrilla, vaya coincidencia), firmada por "tres ingenios" anónimos. ¿Serán éstos los autores de aquélla? Sin embargo, Rojas Zorrilla figura como autor en el programa de mano, el libro, el cartel y la publicidad de la nueva producción española. Con todo, es un paso adelante respecto a la etapa anterior de la CNTC, cuando se montó y editó El burlador de Sevilla sin mencionar en parte alguna que la autoría de Tirso de Molina está en cuestión desde hace mucho, ni tampoco la hipótesis elaborada por Alfredo Rodríguez López-Vázquez, de que su verdadero autor puede ser Andrés de Claramonte.

Entre humo: teatro

A pesar de la multitud de incendios que continúan devastando buena parte del Estado de California el teatro en lengua castellana tiene un largo festival en la ciudad de Los Ángeles.
Comenzó la sexta edición del Festival Internacional de Teatro Latino de Los Ángeles (FITLA) con la obra Divino Pastor Góngora de Jaime Chabaud, de la compañía mexicana Teatro del Mar, en el John Anson Ford Theatre de Los Ángeles,
Tendrá una larga temporada el montaje En un sol amarillo, producida por la compañía boliviana Teatro de Los Andes, la cual podrá ser vista por el público en el Kirk Douglas Theatre de Culver City, durante una temporada de cuatro semanas. Al Teatro de Los Andes se le concederá el Premio Dionisio de Honor a la Excelencia Artística.
Por tercera ocasión estará participando en el FITLA el grupo peruano Yuyachkani, cuyos integrantes representarán la obra Rosa Cuchilla y la fábula infantil Había una vez.
Otros evento digno de destacar es la puesta en escena que hará la compañía mexicana Teatro sin Paredes de Antimagia, un espectáculo infantil, y la clásica La excepción y la regla de Bertolt Brecht.

26.10.07

Queja por tres mangos y otras

Por primera, y espero que última vez, hago uso de este espacio para expresar una queja personal –en general lo uso para difundir noticias o auto alabanzas– por mi última compra de fruta en el supermercado. Aquejado por un resfriado y una legión virus imbuyendo mi garganta decidí ir a comprar provisiones (no químicas) a la tienda. Antes, mi rauda conciencia – que es una hermosa ardilla – me ordenó que me alimentara bien y me abrigara.
Con ese decreto en mente salí hacia la cale de Saint Laurent donde hago las compras. En algunos de los supermercados de Montréal, en las estanterías que guardan fruta, se deja ver un anuncio con el precio y el país de donde proviene el producto. Los mangos, que me gustan mucho, están marcados con el nombre de México. Día a día había visto cómo crecían los precios de la fruta y especialmente del mango, pero en pos de mi salud ni me fijé en la cantidad y llevé hasta la caja de pago una dotación de galletas, naranjas, limas y tres gordos mangos verdes.
Tuve que buscar bien los mangos, los comestibles, pues los que estaban por encima eran más bien podredumbre deliciosa para insectos, y había otros excesivamente verdes, como piedras del trópico. En fin, cuando la señorita del cajero me dio el recibo para firmar y pagar, no daba crédito a la cifra y creo que debí expresar algunos sonidos guturales que asustaron a los compradores. Todas las miradas encima de mí. ¡$23.06 dólares por tres mangos mexicanos de mediano tamaño en un supermercado promedio del centro de Montréal!
Con razón nadie compra mangos. Me quedé de piedra, es decir, como mango verde. En mi francés, o en mi inglés imperfecto reclamé, no sé muy bien cómo. Creí que era un error y me burlé de la situación con una falsa sonrisa. Llamaron a una especie de gerente, un haitiano que sólo sabe despedirse y saludar en inglés. La comunicación fue lenta pero me hice entender. Rectificaron y pesaron una vez más el producto. Me dejaron los tres mangos en $23.02 dólares. Después de ese acto de gratitud y de retrasar la fila de pago por unos diez minutos firmé y me fui a casa con mi exótico tesoro.
¿Para qué sirve el libre mercado, la globalización, los tratados de libre comercio? ¿De los veintitrés dólares cuánto le llegará al agricultor mexicano del Pacífico?
Es evidente que muchos de los mangos de ese y otros supermercados quebecúas no se venderán jamás. He visto cómo se llenan contenedores de basura de comida inútil para el consumo del primer mundo. ¿No podrían quedarse esos mangos en México y alimentar a unos cuantos niños?

Queja dos: ¿No les sucede que la mitad de los videos que se bajan del eMule o Ares son pornografía camuflada? Yo realmente quería ver el documental sobre San Agustín de Hipona, o Descartes y el universo del pensamiento matemático. No videos caseros de violaciones falsas y tediosa pornografía.

Queja tres: La ultraderecha se sigue comiendo a Europa. Para los que piensan que ahí se fragua el pensamiento moderno y las libertades, creo que se equivocan soberanamente. No tengo dudas de que la sociedad norteamericana es menos fascista que la europea radical.
De los ataques racistas en España, (metro de Barcelona, por ejemplo) hasta el triunfo de la ultra derecha en Suiza (hay que ver la campaña de publicidad con ovejas blancas y negras) a los muertos en Rusia a causa del nacionalismo más despreciable, queda otra evidencia que paraliza: los comentarios de la gente en los periódicos españoles. Yo leo dos o tres diarios españoles por la red, día a día, debajo de cada noticia se pueden dejar comentarios anónimos (aunque te pidan un seudónimo). Siempre que la noticia trata sobre un extranjero –aunque sea un jugador africano de futbol o un taxista rumano– la cantidad de insultos y xenofobia es sorprendente. Si lo quieren comprobar pulsen en estos periódicos. 20 minutos, El País, para citar un ejemplo.

24.10.07

¿A quién le importa el teatro?

¿A quién? A la gente de teatro, está claro. Teatro para sí mismo y para un puñado de curiosos. Mientras se desarrolla el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz, la ausencia de este evento en los medios de comunicación es pasmosa. No sólo desde el punto de vista noticioso, sino de crítica, de reflexión y análisis.

Se suceden los festivales de integración de Manizales, de Bogotá, de Cádiz, fiestas teatrales en Argentina, México, España, Perú, Chile y el teatro cada vez se oculta más en su cueva, en su pequeño reducto de confinamiento, pero al mismo tiempo quiere que lo vean y lo disfruten, que lo amen y lo revitalicen los espectadores.

¿A quién le interesa un teatro endogámico y autocomplaciente? Supongo que a nadie, pero las circunstancias son así. Aunque la cultura y el arte ya están bastante lejos de la realidad informativa, el desprecio por el teatro es significativo. Cada año es peor. Si se tratara de una feria de libro o de una muestra de arte contemporáneo con el título de “iberoamericano” habría mucho más expectativa. Si acudieran en proporción y prestigio los creadores de teatro que viajan a Cádiz en una feria/desfile del libro, los periódicos darían cuenta de ello continuamente.

Nunca como hasta ahora la lengua castellana había tenido tantas producciones propias, tantos autores, actores y directores. Nunca como hasta ahora el habitante de la lengua española podría ver un teatro tan distinto que hablará desde los extremos del continente, nunca como hasta ahora el teatro está al alcance de casi todas las clases sociales, en casi todas las zonas, desde el teatro de calle hasta los experimentos escénicos posmodernos el esplendor del teatro hispanoamericano crece día a día y casi nadie lo advierte. Mientras aumentan las producciones y los profesionales del teatro, la gente se aleja más. Por ejemplo, el interés que suscita el FIT es paupérrimo a pesar de que se han dado cita creadores excepcionales y un buen número de críticos y estudiosos de la teatralidad.
Mucho se puede decir sobre la incidencia de la televisión, de los espectáculos masivos, del entretenimiento en la vida moderna, lo cierto es que el teatro no ha sabido contagiar ni al público ni a los medios de un interés superlativo. Pocas producciones llevan realmente a sus salas a personas que saben lo que quieren ver, a diferencia de alguien que compra el libro de un autor de prestigio.
Casi todos los espectadores van por otras razones, totalmente ajenas al discurso del artista y muchas de las veces inconscientes de lo que van a ver.
¿Qué hacer entonces? Si la masa no va al teatro, el teatro debe ir a la masa. Sí. Pero esos espectáculos generalmente menguan la calidad. El teatro para el gran público, salvo excepciones, es divertimento fácil o extensión de la urdimbre televisiva.

¿A quién le interesa el teatro? A la gente que le interese, sea la que esta sea. No hay más. Es natural y deseable la preocupación por el gran público, pero para todo hay momentos y lugares.
El FIT no puede ser la coronación del folklorismo teatral de Iberoamérica. Para dar un ejemplo, México envía dos obras, una de probada calidad, Las chicas del tres y medio floppies, texto de Legom y la dirección del británico Jonh Tiffany con dos actrices excepcionales. Una propuesta clara, inteligente, con un tratamiento honesto y que sitúa al teatro mexicano en un nivel ajeno a la experimentación y la pura definición de identidad. Una obra que ha sido probada en México con éxito y que lleva varios años de aquí para allá. Y por el otro lado, acude una propuesta de Ofelia Medida con La Medina de pasada por Fridonia o cada quien su Frida, precisamente sobre la célebre Frida Khalo. Otra obra dramática sobre este incono del mercantilismo cultural mexicano, un mito más de la cultura nacional que se sube al avión de la exportación tradicional.

Es natural que en Finlandia o Dinamarca se vea a muchos países de América Latina e incluso España y Portugal con cierto exotismo, y tal vez es normal, que conozcan de nuestras naciones sólo los lugares comunes, las historias repetidas, lo que se ve en cualquier enciclopedia. Nosotros hacemos lo mismo, conocemos de ellos superficialmente uno a uno sus tópicos. Bajo esa lógica me parece coherente que viajen obras a sus festivales sobre esta clase de temas culturales de sobra conocidos; a un danés lo que le interesa de Costa Rica deben ser sus playas y mujeres, si en una obra eso se resume con una bonita historia, Costa Rica habrá ganado un turista.

Pero en un encuentro de este calibre, donde se trata de reflexionar acerca de la cultural teatral de Iberoamérica como un continente complejo, se eligen obras “representativas” sólo por su carácter histórico o tradicional, y dejan de lado la verdadera hondura sobre la teatralidad en cada uno de los países o regiones.

El arte, y el teatro específicamente, sirven para maquillar terriblemente la realidad. Alguien que acude a ver una obra sobre algún problema social creerá que basta con discutir en las puertas del teatro después de la función “la terrible situación” de los niños centroamericanos para sentirse comprometidos con las causas difíciles del tercer mundo.
Mucho del teatro latinoamericano también está contagiado de ese virus que es vender la miseria y la desgracia. Y lo peor: abundan los prejuicios del público y de la crítica al respecto. Todo quieren verlo desde el crisol social, aunque la obra trate sobre astronautas posmodernos, “es una metáfora (también usan el término crítica) a la situación de los niños de la guerrilla salvadoreña”, dirán.

¿Quién selecciona las obras? ¿Cuál es el criterio? En suma: ¿Para qué hacer un festival iberoamericano de teatro que se pierda en el folclor y la muestra de identidad de cada nación? Nuestros países han madurado lo suficiente como para poder ofrecer propuestas que rebasen la identidad local, y que busquen a partir de ahí, o por eso mismo, un discurso más universal, menos complaciente, más esperanzador en otro sentido: el de la creación comprometida no con las causas sino por las causas. Estoy seguro de que en España y en cualquier lugar de Iberoamérica, todos saben quién es Frida y su terrible calvario/vida que la ha encumbrado.

¿A quién le interesa entonces el teatro iberoamericano? A los teatreros iberoamericanos. Está claro. En festivales con esta dimensión hay que aprovechar la ocasión y el derroche de recursos para ver y discutir un teatro más complejo, no regodearnos en nuestro acostumbrado chovinismo identitario, para eso están las cantinas y los bares, para compartir las adversidades y presumir lo posible. En esta clase de eventos hay que cerrar la puerta a los curiosos y convocar a la crítica. Tal vez de esta reunión de inteligencias y creadores nazca verdaderamente el teatro de este siglo, el que invite a los espectadores a sus salas, de nueva cuenta, y el esplendor sea real, completo.

20.10.07

Repaso teatral

Algunas noticias que vale la pena resaltar en el mundo escénico.

Concluyó el 35 Festival Internacional Cervantino en Guanajuato, con una tímida presencia teatral, a decir del crítico Gonzalo Valdés Medellín que hace un recuento en El Universal. Sin embargo, desde hace un par de años para nadie es un secreto que la programación ha dado prioridad a la música, que las propuestas dramáticas tienen un par de apariciones brillantes por emisión y que la danza ha ganado protagonismo.
Lamentable además, la escasa atención hacia la multitud de jóvenes que acuden a Guanajuato y que reciben no sólo indiferencia de parte de las autoridades culturales, sino represión y medidas policiales propias de regimenes fascistas.

La mala nota es la inverosímil demanda al grupo potosino Rinoceronte Enamorado por supuestas calumnias al hacer uso de una de las figuras caciquiles de su estado en la obra Palomas.

La obra de Edgar Chías On insomnia and midnight, se estrena ahora en el IATI Theatrer de Nueva York, bajo la dirección de Berioska Ipinza. Hay que sumarla al índice de la historia del teatro mexicano como una de las obras dramáticas más representativas y exitosas en el extranjero. Se ha plantado, nada más, en las dos capitales principales del teatro en lengua inglesa.

También concluyó el VI Festival Internacional de Teatro de Calle de Zacatecas, uno de los esfuerzos más importantes de la escena iberoamericana por acentuar la importancia de un teatro representativo y multitudinario que sucede en el espacio público. Cada vez con mayor entereza, este festival acerca propuestas de prestigio del mundo entero. Muchos pronosticamos corta vida para la propuesta de Bruno Bert, con mucho gusto nos callamos la boca.

Ya se prepara el encuentro Digitalizar lo efímero. Creación escénica y documentación en el espacio iberoamericano, que se realizará en Alcalá de Henares, Madrid y Cuenca, España. El programa, cuenta Lorenzo Rocha, plantea conferencias y espectáculos en torno al teatro y el video (artesescenicas.uclm.es). Entre los participantes se encuentran dos mexicanas del Centro Nacional de Investigación Documentación e Información Teatral Rodolfo Usigli, CITRU. La investigación y reflexión acerca del diseño escénico y particularmente en el continente iberoamericano resulta de vital importancia para conocer el estado actual de las tecnologías al servicio de la escena, su trascendencia, importancia, excesos y sobre todo, cómo insertarlas en los discursos escénicos actuales, además de su pertinencia económica.

En los últimos años ha sido muy común anunciar la apertura de salas teatrales a lo largo de Hispanoamérica, no sólo en las capitales, sino a lo largo de las provincias y circuitos periféricos de las grandes ciudades. Ahora toca el turno a una mala noticia que sucede en Buenos Aires, la ciudad con más actividad teatral en nuestra lengua. La sala Absurdo Palermo cerrará sus puertas en noviembre a causa de la imperante burocracia que impidió su operación a pesar de cumplir con todas las necesidades técnicas. ¿Por qué la burocracia ha invadido con tanto entusiasmo el espacio del arte escénico y la cultura? A lo largo de toda la lengua castellana es notoria la ausencia de leyes (pasaportes y contratos de trabajo), la falta de subvenciones públicas, la imposibilidad para acceder a otros servicios del Estado (cotización en seguridad social, por ejemplo), y sobre todo la imposibilidad de los gobiernos para acercar público a las salas, a pesar de que impera la demagogia, se siguen abriendo escuelas de teatro pero no aumenta la oferta de trabajo, ni mejoran las condiciones de actores, directores, escenográfos.

17.10.07

Últimas simientes

Esta obra mía - o lo que queda de ella - sigue en la escena chilanga. Con la dierección de Ricardo Rodríguez, y las actuaciones de Pilar Cerecedo y Jorge Aguilar, la obra seguirá recorriendo los CCH de la Ciudad de México y otros recintos.

Un matrimonio monótono en el final de los tiempos. La mujer es estéril. Él tiene una hija, pero apenas lo sabe. Ambos serán padres de uno de los por nacer, raza de niños inmaculados.

Una pieza sobre las contradicciones religiosas y la enajenación bajo un telón de fondo apocalíptico.

Poetas, dramaturgos y otros asesinos

En la colonia Guerrero de la Ciudad de México un dizque poeta, actor y dramaturgo fue hallado con el cadáver de su novia estrangulado y roído, restos humanos en una sartén y navajillas por doquier. Esa colonia siempre me dio muy mala espina.
En fin, que además del horror que provoca la imagen y del súbito interés de los medios, se ha dicho “la literatura manchada con sangre” y cosas por el estilo. Después no han faltado los que salgan en defensa de la honorabilidad del gremio literario y condenen al “caníbal de la Guerrero” acaso favoreciéndolo con el mote de “poeta” o “dramaturgo”. También lo han comparado con otros escritores que han perpetrado crímenes, dándole un lugar que no tiene.
Para empezar, este sujeto, de nombre José Luis Calva Zepeda no era escritor. Ni era poeta, ni dramaturgo, ni nada que tenga que ver con este oficio. Era un psicópata que escribía, cosa muy distinta. Y escribía mal, pero muy mal, según algunos de sus poemas publicados en Reforma y que por pudor no voy a reproducir, sólo transcribo esta horrible dedicatoria: "Dedico estas palabras a la creación más grande del universo, que soy yo".
Se autopublicaba libros de seis páginas que iba a vender a la colonia Roma o Condesa. Y mientras te tomabas un café en la terraza de por ejemplo, la calle Campeche, o disfrutabas de un bife en algún sitio de argentinos llegaba a ofrecerte sus poemas o reflexiones. Dicen que también iba a Coyoacán. Era de esos idiotas que publican lo que escriben y luego te lo quieren vender, y ya después de que te han intimidado o por caridad les regalas una moneda, todavía quieren que leas sus textos mal redactados, mal impresos, mal habidos.
Aunque la literatura no necesita defensores, sí gente que ponga un poco de sentido común y evite los tópicos que luego suben al inconsciente colectivo y es imposible bajarlos. Porque en el fondo, cualquier zumbado con una hoja impresa ya es escritor. Escritor es el que escribe y publica sus libros profesionalmente, los demás son aficionados a la pluma. Un escritor que no publica, que vive en la marginalidad, es un genio incomprendido, como el caso de Calva Zepeda. Y la horrorosa actuación de este tipo que mató y destazó a dos de sus novias y a una prostituta, no hace sino acrecentar el mito de los “escritores melancólicos” o “de poeta y loco todos tenemos un poco”. Es falso, según la neurociencia, la cercanía entre el genio creativo y las enfermedades mentales son pura invención. La melancolía y la turbación poco o nada tienen que ver con el oficio artístico.
Desde luego hay casos de gente con alteraciones mentales, abundan suicidas, depresivos, esquizofrénicos. Estoy seguro de que la creatividad artística ayuda a explorar esos páramos de neuronas inestables, pero en todos los grupos de profesionales hay personas con problemas mentales y psicopatías. En realidad el gremio de escritores es bastante nerd si consideramos el grupo poblacional promedio y los crímenes que estas personas llevan a cabo al año. Los escritores más valientes se pasan un semáforo en rojo. Habría que comparar qué gremios comenten más asesinatos, y les aseguro que ni los escritores ni los artistas encabezan la lista, que habitualmente es dominada por políticos. Por políticos de derecha, para ser más específicos.
Hay que recordar, sin embargo, los crímenes del poeta Salvador Díaz Mirón que mató al tendero Leandro Llada en 1883; o el homicidio cometido por el cineasta y guionista Emilio Fernández en 1976 cuando discutía con un campesino ebrio de nombre Javier Aldecoa; o el asesinato que cometió el novelista William Burroughs en 1951, cuando en una fiesta en Ciudad de México ultimó a su mujer Joan Vollmer mientras practicaba con ella el tiro al blanco. O el caso del pensador marxista Louis Althusser, cuando en 1980 (a los 62 años) estranguló a su esposa Héléne Rytmann.
Un caso bastante complejo es el del Ernst Wagner maestro y dramaturgo alemán que después de matar a su mujer y a sus cuatro hijos, con golpes de cuchillo en el cuello, en el pecho y en el corazón, llevó a cabo 14 crímenes por disparo. Incendió diferentes lugares del pueblo de Mülhausen (Alemania). Doce años antes, en 1901 aproximadamente, tuvo actos sexuales con animales, a partir de los cuales, inicia un delirio de persecución en el que siente que todos los habitantes del pueblo lo saben y se ríen y burlan de él. Se calificará de sodomita. En el hospital psiquiátrico escribió algunas obras de teatro.
Al poeta mexicano Pablo Molinet se le acusó de haber matado a su mucama. En Tijuana, recientemente un desconocido escritor de nombre Ian Carlos Logos Orosoff, que acudía a un taller literario y escribía en un blog – como este, ni más ni menos – asesinó a una chica en Guadalajara. Sucedió también con el escritor polaco Kristan Bala que secuestró y asesinó al amante de su mujer para escribir una novela.
Caso similar al del “caníbal de la Guerrero” o el “Hannibal Lecter mexicano” es el del joven aspirante a dramaturgo Seung Cho, de origen coreano, que mató a varias personas de su colegio en Virginia, Estados Unidos.
El homenaje en todo esto ha sido para Hannibal Lecter, el personaje de Thomas Harris, cuya novela El silencio de los inocentes luego hicieron película, y espero ver pronto. Habría que pedirles a los escritores que trabajan en medios de comunicación que sugieran no usar el mote de “poeta caníbal” o de “dramaturgo caníbal”. No imagino que el gremio de electricistas, por ejemplo, se sienta halagado de que alguien que maniobraba de vez en cuando cables e instalaba bombillas se autodenomine electricista, y menos si es caníbal. “El caníbal electricista” dirían si hubieran encontrado junto al cadáver de su novia un manual sobre instalaciones eléctricas.
¿Qué escritores agregarías tú a esta bonita efeméride? Si tú eres uno de ellos, no te preocupes, este blog nadie lo lee.

16.10.07

¿Doris Lessing dramaturga?

Antes que nada quiero consentir a mi ego, tan desprovisto de afecto últimamente. Resulta que yo vaticiné el premio a la señora Lessing. Me sentí brujo – pueden ver el post de hace unos días antes – y aunque incluía a otros autores, cumplía a cabalidad con el perfil: Lengua inglesa. Mujer. Nacida en Medio Oriente. Poco problemática. Nada experimental. Con una gran trayectoria en la que sobran títulos y faltan lectores. Y sobre todo, muy vieja ¿Acaso nadie se ha dado cuenta que es la persona más vieja que ha obtenido el Nobel de Literatura en la historia? Bueno, supongo que no es un dato que preocupe a muchos.
En medio de la ebullición por el premio Nobel de Literatura (2007), más de un medio de comunicación ha nombrado a la escritora británica como “narradora y dramaturga” o “novelista y dramaturga” y “la también dramaturga”, y cosas por el estilo.
Dos o tres lectores me ha preguntado si conozco su obra dramatúrgica y si está traducida. No faltará ya el productor o director de teatro diletante que ande buscando las obras dramáticas de Lessing para aprovechar el momento mediático y ganarse unas subvenciones. Pues en nuestra lengua tendrá que buscar a un traductor primero.
Mi búsqueda no ha dado muchos frutos. Al parecer sólo tiene una obra de teatro escrita y estrenada con cierto éxito, e incluso llevada en una segunda versión a la televisión, y otra adaptación de una de sus novelas que ella mismo supervisó. La obra de teatro no está traducida al castellano, pues no consta en ningún registro de edición o traducción. Play with a tiger se llama, y la dirigió un tal Ted Kotcheff, allá en los sesentas. Al parecer, en el mismo volumen de esta obra en tres actos se publican otros textos dramáticos de la señora nacida en Irán, pero nadie menciona sus títulos. La editorial es Flamingo (HarperCollins).
Ella participó en la famosa cantera de dramaturgos de la Royal Court Theatre de Londres y además adaptó una obra de Alexander Ostrovsky. Escribió también una ópera para Phillip Glass en los sesentas.
Pero nada en castellano. Y en inglés muy poco pues dejó de escribir teatro formalmente hace más de cuatro décadas. No se ha destacado como dramaturga, y no creo que tenga tiempo para hacerlo. Si alguien tiene más y mejor información, por favor deje su mensaje, nosotros le llamamos.Sería interesante conocer su obra dramática. Lo que me gusta de esta señora es que sea sufí – yo intenté serlo –, que haya abandonado a sus hijos para dedicarse a escribir y que sea tan humanamente contradictoria.

13.10.07

La burocracia o el escenario de la no existencia: un mensaje apocalíptico

Guillermo Fadanelli insiste en que somos sociedades depresivas. Y se necesitan libros, por ejemplo, para decirnos cómo construir una familia sólida, después de pasar horas frente a la televisión o cómo bajar de peso después de tres indigestas comidas diarias. En efecto, el deprimido necesita ayuda. Requiere que sea otro el que resuelva sus problemas, en todo, o en parte. Los deprimidos sentimos la inminencia del fin con mayor dureza.
Esta legión de deprimidos necesita expertos, o por lo menos eso nos han hecho creer, y eso origina el mercado, la famosa oferta y demanda: el depresivo frente a la constelación de posibilidades para sanar su mal. El depresivo en la farmacia o el supermercado, o cambiando el canal de la televisión.
Aunque cabe señalar que cada experto es sólo un especialista en un diminuto problema humano, no en varios, como querían los griegos. Y el mercado no es más que la suma de los problemas humanos: perfecto círculo vicioso. La exaltación de ese círculo parece ser la vida moderna.
Para tal efecto (el de la vida), la raza humana, además de libros, ha creado instituciones. Para compartir los problemas y, si el caso, darles solución, es decir, ordenar las circunstancias del mercado, determinar qué expertos pueden acudir al auxilio del depresivo. Las instituciones deben construir y hacer funcionar las escuelas que un solo hombre tardaría toda una vida en poner en pie para educar a sus hijos. Las instituciones deben decir cómo y por dónde debe ir esa carretera que lleve al hombre de su casa al pueblo. Esa carretera no la habría podido construir el hombre solo con sus dos manos.
Alguien tuvo fe en las instituciones. Un día, no sé por qué, se le ocurrió que era la mejor forma de distraer a los hombres indignos, como yo. Y las instituciones se esparcieron como la fe, incluso se erigieron templos en su nombre. Dentro de ellas oficia una turba de bárbaros que llamamos burócratas, los cuales en poco tiempo se apoderaron de las instituciones, las hicieron suyas.
Ellos, que han memorizado los sistemas de funcionamiento de los establecimientos, que pueden recitar de memoria leyes y reglamentos mientras mean o fornican, que pueden dictar cátedras sobre el manejo de la cafetera o de alguna clase de formulario a mitad de una fiesta, perpetran la fe del hombre en las instituciones: detentan el poder con la eterna promesa de aliviar algunas o todas las depresiones del hombre.
Hasta el político más poderoso está indefenso frente a los designios de una secretaria. Los burócratas son una sociedad secreta que guarda en sus escritorios las claves de la vida humana, y esa claves jamás serán reveladas. El burócrata, clérigo de la institucionalidad, sabe que el concierto de la vida moderna pasa por sus manos.
La burocracia no es un mal. La burocracia es el mal. La burocracia es la negación absoluta de la vida. La burocracia es la derrota del hombre y el triunfo de la fotocopiadora. Pero ellos saben que necesitan depresivos, de ellos alimentan su grandísimo ego. Y nos llaman con sus cantos de sirena, convertidos en pasaportes, permisos, mutas, subvenciones, al fin y al cabo promesas todas. Recetas falsas para curar la depresión, porque detrás de un trámite vendrá otro. El burócrata es el psicoanalista de las sociedades modernas.
Cuando un hombre entra a una oficina para iniciar un trámite pierde su libertad: gana un formulario. En otras sociedades se diría, que le entrega su alma al diablo. El burócrata seduce con su indiferencia, con su trato mezquino. No aleja. El peor burócrata, el más sanguinario, es que el que más depresivos tiene detrás de él.
La burocracia es el juicio final aplazado por la ausencia de papel para la fotocopiadora, la falta de un sello o el inestable sistema informático. La burocracia está en todas partes y casi nadie puede librarse de ella, al contrario, proliferan los esfuerzos para hacer de la burocracia el único sistema de vida, elevar las instituciones al grado de los dioses.
Los burócratas aman su mundo, porque son perversos. Decoran sus oficinas y escritorios cruelmente. En ese aparente pequeño detalle hay un mensaje escondido: el burócrata también es el amo y señor del mal gusto. No le basta con la perdida de libertad del hombre, también quiere su sensibilidad. La burocracia es la imposibilidad del arte. Para el burócrata el arte, que no figura en los procedimientos, debe ser abolido.
La burocracia es infinita. Sus métodos están perfectamente automatizados para que el trámite no concluya nunca. Incluso después de la vida. El cuerpo desaparece, pero el trámite continúa: trámite eres y en trámite te convertirás.
De una oficina a otra, de una institución a la otra, la burocracia despliega su figura de agujero negro, un problema formal que ni filósofos ni científicos quieren tocar. Estudiar la burocracia es un sofisma, puesto que la burocracia no se puede estudiar, si acaso se hace fila para tomar turno.
Los burócratas son como ángeles, en lugar de alas llevan papeleo. Asexuados y al servicio de un dios que no existe, aunque ellos prometen, en su bobo aleteo, en su gesticulación exagerada, una vida eterna de felicidad. La jerarquía de la burocracia también se parece mucho a la angelical. De los arcángeles mayores de oficinas cerradas a las simples secretarias-ángeles sólo hay unos cuantos pasos, pero nadie invade el territorio del otro. Han formado sindicatos para transmutarse el poder, en un perfecto sistema de perpetuación de su especie.
No existen más las sociedades depresivas. El estado de ánimo –decadente sí, pero humano– ha sido sustituido por la sala de espera, por el original y copia, por el inútil presentarse sin requisitos, aunque nadie sepa cuáles son. Ha sido derrocado el espíritu humano, por el espíritu de gestión. Quien no haya nacido con ánimo paciente está condenado al suicidio. El hombre-burócrata ha triunfado. Las sociedades depresivas han dado lugar a las sociedades burocratizadas, y ese es el fin de la civilización como la conocemos.

Vida y muerte de esfuerzos culturales

Anuncio con pesar la muerte de un ejercicio extraordinario, único, que renovó la escena contracultural y musical mexicana durante más de catorce años. Se trata de Subterráneos, bajo la tutela del maestro Hugo Cabrera.
No entiendo la decisión del diario Síntesis, pero tratándose de ellos, tampoco espero una respuesta muy coherente.
Subterráneos no sólo animó el debate entre colegas y un periodismo cultural poco ortodoxo, sino que dotó, como al de la voz, de un espacio privilegiado para publicar e interactuar con los lectores sin ser más que un aficionado a la escritura. Se va un suplemento cultural que no tenía paralelo en la cultura mexicana, y menos en la vida provinciana de esta nación confusa. Aquí el último número.

Por otro lado, el mejor medio de propagación de la cultura es la palabra. La letra escrita, impresa, narrada, o puesta al servicio del ciberespacio. Aquí un link para leer un pequeño monólogo dedicado a dos artistas, en un creciente esfuerzo (Revista espiral) por preservar la palabra escrita. Gracias al interés de Elena Méndez, buscadora de extrañezas y coincidencias en el panorama literario mexicano.

11.10.07

Dramaturgia y Premio Nobel de Literatura: un pronóstico seguro

Los dramaturgos que han recibido el Premio Nobel a lo largo de la historia son:
Bjrnstjerne Bjrnson (Noruega, 1903); J. Echegaray y Eizaguirre (España, 1904); Paul von Heyse (Alemania, 1910); Maurice Maetrlinck (Bélgica, 1911); Gerhart Haupfmann (Alemania, 1912); Rabindranath Tagore (India, 1913); J. Benavente y Martínez (España, 1922); George Bernard Shaw (Gran Bretaña, 1925); Luigi Pirandello (Italia, 1934); Eugene O'Neill (Estados Unidos, 1936); Francois Mauriac (Francia, 1952); Halldór Laxness (Islandia 1955); Albert Camus (Francia, 1957); Jean-Paul Sartre (Francia, 1964); Samuel Beckett (Irlanda, 1969); Harry Edmund Martinson (Suecia, 1974); Wole Soyinka (1986); Dario Fo (Italia, 1997); Gao Xinjiang (Francia-China, 2000); Efriede Jenilek (Austria, 2004) y Harold Pinter (2005, Reino Unido).
Hay quienes han escrito teatro escasamente – como Octavio Paz y Gunter Grass, por ejemplo – pero no se les puede considerar dramaturgos pues la importancia de su obra no reside en este género.
A unas horas de conocer al nuevo rey de la literatura mundial hago llegar hasta el ciberespacio mi desencanto y escepticismo por este premio, además de un seguro pronóstico.
Lo detesto no sólo por las enormes injusticias, en nuestra lengua basta citar a Unamuno, Huidobro, Reyes, Borges, Cortázar, Rulfo, Cernuda y Onetti que apenas estuvieron cerca, al contrario de Gabriela Mistral o Miguel Ángel Asturias que no han resultado tan decisivos en la literatura hispanoamericana.
Es curioso, además, que nuestra lengua ostente dos dramaturgos en su lista de gratificados, ambos españoles. El primero, J. Echegaray y Eizaguirre (1904), prácticamente desconocido y poco o nada influyente en el devenir de la dramaturgia española – o sí, quizá por eso tan triste panorama – y mucho menos en la continental, como lengua. Un melodramático escritor de obras menores.
Con Benavente (1922) es distinto, porque más que un gran dramaturgo universal, fue un escritor teatral de su aldea y tal vez el último representante de una tradición comediográfica vital en la historia de la literatura universal: la española.
Despertó cierto interés en la literatura dramática como vitalidad cotidiana e influyó a sus coterráneos escritores para asomarse a un teatro renovado, menos sentimental, más psicológico, menos cortesano, más callejero.
Como director de escena, llevó la literatura al teatro o viceversa, y fue uno de los primeros homosexuales en aceptarlo casi públicamente (o sin el casi), para lo cual utilizó veladamente muchas de sus piezas, personajes, situaciones. Sin embargo, el anquilosamiento de la dramaturgia española en el segundo tercio de siglo (producto de la guerra civil) y los esfuerzos por conseguir un teatro de identidad nacional en América Latina imposibilitaron que la obra de Benavente fuera localmente universal, por lo menos en su lengua, y ni hablar de otras.
No obstante todavía El nido ajeno y La noche del sábado, son lecturas infaltables en cualquier lector hispanoamericano. Con La noche del sábado, por ejemplo, Benavente experimenta con la interacción de modelos narrativos y dramáticos, haciendo uso de la hoy llamada narraturgia.
En el fondo, lo que más me gusta de Jacinto Benavente y Martínez es que cultivó el teatro casi totalmente, ¡hasta incursionó en el circo! También ejerció la crítica, en el periódico El Imparcial. Quizá el único crítico de teatro en el Nobel de Literatura.
Para rematar con el premio, mi pronóstico es que este año no lo ganará un dramaturgo. Quizá dentro de muchos años no lo vuelva a ganar un dramaturgo. En esta clase de cosas pesa mucho más la estrategia política, la cercanía con el régimen del lugar de origen o acogida, la lengua en la que se escribe y los prejuicios de un jurado que aparentemente sólo lee lengua inglesa. De los últimos seis galardonados (2001-2006), la mitad escribe en inglés (Naipaul, Cotezee y Pinter). Y en los últimos dieciséis años (1991-2006), siete han escrito en la lengua de Shakespeare (Gordimer, Walcott, Morrison, Heaney, Naipaul, Cotezee y Pinter).
Por lo tanto, no creo que gane, otra vez, alguien de mi lengua. Aunque sí un autor muy bien traducido al idioma del imperio (no es el caso de Fuentes ni Vargas Llosa, principales contendientes en castellano) o alguno de los autores que mucho suenan en inglés: Roth (E.U.), Murray (Australia) y Lessing (Reino Unido).
Aunque quizá (tal vez más por entiusiasmo) sea la hora de que la lengua de Cervantes se haga presente después de tantos años (Octavio Paz, 1990 y Camilo José Cela en 1989) sin galardón; por otro lado creo que ganará alguien que pueda mediar entre la opinión pública del mundo árabe y Occidente. Hay que recordar que el premio se está “orientalizado”, pues durante muchos años sólo se leían a los autores de Occidente.
Así que mi pronóstico está ahí, he jugado tímidamente mis cartas. No sé quién conquistará el mediatizado premio de las letras, pero de algo estoy seguro, sé quién definitivamente no lo ganará: tú.

10.10.07

La buena y mala suerte de López Brie

Ganó al mismo tiempo con la misma obra dos premios nacionales de dramaturgia. Le han retirado uno, espero que conserve el otro.
Vaya un abrazo para el buen Martín López Brie, que ha trabajado lo suficiente como para hacer de una de sus obras unánime premio nacional de dramaturgia.


Ánimo y congratulaciones.



http://www.eluniversal.com.mx/notas/454107.html

9.10.07

Intelectuales vs Teatro

Para nadie es un secreto la separación entre el medio intelectual y el teatro. No es nuevo. La actividad escénica y los grupos de tradición pensante no han sido – a través de la cultura occidental – precisamente muy unidos. Hay, como en todos los casos, una relación de amor y odio que cambia según el reino – o nación – y la época; y desde luego, las excepciones que confirman la regla.
Por otro lado, gran parte de la intelectualidad proviene de las letras. Casi hasta el siglo XIX, (ese tiempo convulso de guerras llamado el de la “emancipación de los pueblos”) también fue la consumación de la soberanía de cierta clase pensante del gremio puramente literario, herencia sin duda del auge del pensamiento ilustrado que diversificó la idea del “pensador”.
El científico, en principio, ganó notoriedad, igualmente otras áreas, como las sociales y económicas. El poder intelectual, que había descansado en la burguesía literaria, de abogados y a veces filósofos, dejó entrar definitivamente a sus colegas químicos, biólogos, médicos, psicólogos y algunos artistas al concierto de pensar el mundo y las sociedades, aunque muchos de ellos ni siquiera se denominarán con estos epítetos tan estilizados.
Pero no actores, ni decoradores o directores de escena –cuyo concepto era aún embrionario– entraron al convivio intelectual en los claustros universitarios, o como parte de la opinión pública calificada en periódicos o revistas, puesto que sólo algunos dramaturgos (escritores al fin de cuentas) podían opinar sobre los temas públicos, es decir, tener una vida intelectual.
Paulatinamente, el dramaturgo pasó de ser un escritor a un animal de teatro. Quizá con excepción de la Rusia zarista y sus epígonos soviéticos el autor de teatro dejó su lugar en la corte de las musas y bajó a los arrabales de la vida. El tránsito fue doloroso y más de las veces confuso, pero necesario, el teatro tiene una responsabilidad con el público; cabalga al mismo tiempo entre el entretenimiento y la sensibilidad estética, entre la venta de boletos e ideas.
En lengua castellana, una buena parte del teatro escrito durante el comienzo de la segunda mitad del siglo XX lo atestigua. Exceso de personajes, didascalias inverosímiles, tramas largas y barrocas. En general un desprecio por el espacio teatral y una predilección por la cultura literaria, es decir, por el libro, por tanto, la preeminencia del lector por encima del espectador. Esta generación fue última que escribió teatro siendo escritores.
Los intelectuales han subestimado tanto al espectador como al manifestante en la plaza pública. El pensamiento se ofrece en la intimidad de la sala de lectura, en las conversaciones de cafés y bares, o en las líneas de periódicos, revistas y actualmente de blogs o publicaciones electrónicas. Para el intelectual latinoamericano, el espectáculo público es una vulgar enajenación propia de las tradiciones religiosas. El intelectual sale a la calle y se ofrece al mundo para comprar el periódico o presentar su último libro (o el del colega, por su puesto).
Hay un síndrome de intelectuales afectos al cine. Saben mucho de la pantalla grande y disertan sobre ella, pero ignoran al teatro sin pudor. Tengo la impresión de que, aprovechando las ventajas de la vida moderna, ven sus películas en la comodidad de sus habitaciones o acuden a las salas de cine en la premier o estrenos (para salir en la foto, desde luego). Sucede también con los intelectuales melómanos. Hablan de música y compran las últimas novedades sonoras, pero no acuden a recitales.
En México, y quizá en otras partes de la lengua castellana, el intelectual escribió teatro, o quiso hacerlo. Ejemplos sobran, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Jorge Cuesta (según Miguel Capistran), Octavio Paz y hasta Carlos Fuentes. Recientemente Juan Villoro. Sin mucho éxito en la escena y con una lejanía absoluta de los fenómenos teatrales. La excepción, en México, siempre será Hugo Hiriart y de otro modo (menos excepcional) Vicente Leñero.
Desafortunadamente, el exilio español no acuñó un teatro tan prodigioso como en otras áreas de la literatura, especialmente en la poesía y el ensayo. Posiblemente en ese momento hacer teatro y consolidar un grupo era más complicado que escribir un buen poema o escudriñar en las ideas humanas. Una legión de españoles dramaturgos en el exilio, con una fuerte presencia, habría cambiado radicalmente el momento actual del teatro en Hispanoamérica.
De los integrantes del boom latinoamericano, algunos probaron las mieles de las tablas (Vargas Llosa y Cortázar, por ejemplo) y su agridulce resultado los alejó. Ninguno destacó especialmente en este género.
Así, la intelectualidad se refugió en sus asuntos, en sus cofradías, peleas, en sus argumentos e ideologías, y el teatro, o ese grupo de personas que realizan profesionalmente arte escénico, creó su colección de pensadores, reducido y formado principalmente por dramaturgos y críticos, aunque con una fuerte presencia de directores, cada vez ganando más terreno. Quizá sin saberlo, inauguraban la intelectualidad propia del quehacer teatral.
En Hispanoamérica, los intelectuales del teatro han cimentado sus propios hábitos y circuitos de promoción y divulgación, aunque pobres y básicamente marginales en comparación con los “otros intelectuales”. Es común ver en festivales literarios una ausencia de dramaturgos o críticos de teatro, por ejemplo.
Quizá como en ningún otro género literario, la academia ha contribuido a sumar nombres propios a la intelectualidad teatral. Investigadores y artistas han entrado y salido de las aulas.
Comenzado el siglo XXI, ante el débil pronunciamiento de los narradores, historiadores y poetas dentro de la dramaturgia, y los escritores para la escena expulsados a su vez del terreno de las ideas o con apariciones esporádicas dentro de la opinión pública, han ido suscribiendo día a día, el divorcio.
Prueba de esta tendencia es la revista Letras Libres, que generalmente habla de libros, de escritores, de pensadores, acaso de políticos. Siempre de cine (le han dedicado un número). Pero de teatro muy poco o casi nada. Y como esta revista, casi todas las “intelectuales” que se escriben en lengua castellana. El teatro tiene sus propias publicaciones, dicen.
Si uno revisa las propagandas literarias locales, marginales, regionales e hispanoamericanas –como Letras Libres, repito– la ausencia del teatro, de la dramaturgia, es pasmosa. Ya antes la tradición de Vuelta que comandaba Octavio Paz anunciaba este desdén.
Los suplementos culturales, con un poco de suerte, tienen un crítico de teatro. Pero muchos ignoran no sólo las puestas en escena sino los libros de teatro, estudios, discusiones y tendencias, por no hablar de los actores, escenográfos e iluminadores. Esta subestimación de la dramaturgia y del teatro en tanto materia viva de una cultura es fundamentalmente hispanoamericana. En otras constelaciones artísticas y geográficas el abismo no es tan evidente. Señalar culpables es ocioso, y quizá inexacto, puesto que es una tendencia que se resiste a morir, habrá que esperar a que los escritores dictaminen la muerte de la dramaturgia en tanto género literario y su definitiva incorporación al campo de las artes escénicas.
Y aunque esta muerte ha sido de sobra profetizada, habrá que esperar también que los dramaturgos acepten su lugar en la jerarquía teatral. Lo interesante será ver cómo evoluciona este encuentro (que lleva años, por otro lado), esta mutación definitiva de escritores teatreros; y finalmente observar si el dramaturgo sabe responder a la tiranía del intelectual más poderoso dentro del teatro actual: el director de escena.
Al respecto, reproduzco una entrevista al director de teatro David Hevia, precisamente en Letras Libres (número de octubre de 2007) que en un sorpresivo ejercicio incluyó no sólo una entrevista – no es muy común en ellos – sino un tema teatral, cuyo artífice es el director de escena (faltaba más) Antonio Castro.


La mirada doble. Entrevista con David Hevia
por Antonio Castro. Letras libres.

Actor y director de escena, David Hevia fue colaborador de Juan José Gurrola, con quien codirigió Catálogo razonado de Juan García Ponce. En 1992, fue invitado por Roberto Ciulli a la compañía alemana Theater an der Ruhr, de la que formó parte por diez años. De vuelta en México, ha dirigido, entre otras, Hermanas de Antón Chéjov, Día de campo de Fernando de Ita y Los ladrones de Friedrich Schiller. Su último estreno, En la meta...de Thomas Bernhard, se presenta en el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico.

Me llama la atención tu trayectoria porque eres director y actor. Tiende a haber una inclinación, pero en tu caso hay un equilibrio muy inusual entre las dos profesiones.
Cuando empecé a hacer teatro, yo quería dirigir. Entré al CUT y Ludwik Margules me dijo que era muy joven y que tenía que actuar. Lo hice, pero nunca dejé de dirigir. Para mí las dos cosas siempre han estado juntas. A veces tenemos una idea muy especializada del teatro.
¿Cómo fue que trabajaste con Gurrola, otro actor director?
Él daba un taller de dirección en el CUT todos los sábados. Me inscribí y nos entendimos muy bien. Me llamaba mucho la atención que un ser tan feo, tan desorganizado, tan arrogante tuviera esa enorme sensibilidad para entender las cosas. Te permitía una libertad creativa que no se parecía en nada a los ejercicios de abstracción y lujuria de mis otros maestros. Me abrió un universo que me permitió pensar el teatro de otra manera. De él aprendí la valentía, la irreverencia, a trabajar con tu mundo interior, a no amoldarte, a destruir para volver a crear: el reino del caos como un motor.
¿Cómo conociste a Ciulli?
Pues cuando vino en los noventa, vio una obra mía y le gustó. Me dijo que estaba buscando un actor como yo, vendí todo y me fui. Yo no hablaba alemán. Me dieron una beca del Instituto Goethe. No sabía qué me iba a pasar. Ciulli me dijo que probara seis meses y me quedé diez años. Todavía colaboramos. En unos meses me voy a dirigirles una obra de Max Frisch.
Los alemanes encuentran en el teatro el espacio para discutir sus problemas.
Así es. Es muy emocionante. Los estrenos son comentados en las editoriales de los periódicos. El teatro es un gran acontecimiento social. Eso fue lo que me hizo quedarme.
¿Qué obras hiciste con Ciulli?
Lo primero fue Los bajos fondos de Gorki. La verdad es que aprendí alemán en el escenario. En aquella época no podía ni pedir tres bolillos porque sonaba a obra de teatro. Luego hice algo que se llamó Teatro cómico, basado en una obra de Goldoni. La dramaturgia era muy interesante.
En el teatro mexicano no existe la figura del dramaturgo o dramaturgista.
No, y es muy importante. Es el superyó del director, el que pone lineamientos. El director trabaja con los actores con muchísima libertad, mientras que el dramaturgista se encarga de acomodar los elementos. Está en todos los ensayos, adecua el lenguaje, las situaciones. Hace la versión final.
¿Cómo es el trabajo de Ciulli con los actores?
Tienes la obligación de crear y de proponer todo el tiempo. Nadie se espera a que les digan qué hacer. Llegas al ensayo y propones. El director es el primer espectador, el primer ojo, que va dirigiendo esa mirada, esa energía creativa del actor. Es muy distinto de lo que ocurre en México donde los actores, particularmente los hombres, son muy pasivos, no imaginan, no se pueden tocar, no pueden llorar, no pueden hacer el ridículo, se lo impiden siempre. Los buenos actores aquí parecen una caja de zapatos: siempre se ven igual. Las mujeres, sin embargo, tienen una necesidad enorme de expresarse, supongo que por ser un país machista, se dejan tocar, se dejan enloquecer. Por eso tenemos actrices como Margarita Sanz. Tenemos buenos actores, pero se echan a perder rápido. La televisión agrede mucho.
¿Cuál fue la primera obra que dirigiste en Alemania?
La primera con todo el aparato del Theater an der Ruhr fue El despertar de la primavera de Frank Wedekind. Tuvo mucho éxito por lo que me invitaron a hacer Romeo y Julieta. Después monté una pieza de un autor nuevo.
En varias puestas tuyas figura el tema de la despolitización. Con bastante ironía, pero hay una visión de la juventud como una entidad decadente, pasiva, desechable.
Siempre me ha hartado que alguien se considere apolítico, cosa muy común, por cierto, en el teatro mexicano. Es algo que me inquieta mucho. Y de ahí que los temas de mis puestas tengan que ver con esa insistencia de que el teatro tiene un poder transformador en la sociedad. Cualquier acto que hagas es político: estés de acuerdo o no. Yo he visto gente que sale cambiada del teatro.
Heiner Müller decía que la gran obligación política del teatro es movilizar la imaginación del espectador.
Plantear preguntas. No creo que una obra de teatro vaya a salvar el mundo ni nos vaya a dar la solución pero, en el proceso de llevar algo a escena, yo siento la enorme necesidad de decir algo para provocar. Si no tiene incidencia social, el teatro no tiene sentido.
Háblanos de tu último estreno. ¿Por qué montar a Thomas Bernhard?
Me gusta que no tenga pelos en la lengua, que no ponga comas ni puntos. A través de esa gramática no gramática logra que estés pensando todo el tiempo. Lo tienes que ir descubriendo. No puedes hacer psicología con él.
Me llama la atención esa generación de autores austriacos. Un país que vive en una razonable y aburrida comodidad produce voces como Elfriede Jelinek, Peter Handke y Thomas Bernhard, unos insolentes que viven diciendo lo que nadie quiere oír.
Son muy pertinentes para nosotros porque la sociedad austriaca, aunque no parezca, guarda sus similitudes con la mexicana: es hipócrita, católica y ridícula. Tengo una relación con México igual a la que ellos tienen con Austria: odio-amor. Odiamos la falsedad, la solemnidad, la doble moral. Ese vals que hacen en Viena a fin de año, por ejemplo, es una ridiculez que podría ocurrir en Ciudad Satélite o en Villa Coapa. La insolencia de Bernhard me resulta muy elocuente. No es como la nueva dramaturgia alemana, que por cierto varios mexicanos están imitando, con cincuenta cuartillas de insultos. Puta, pendeja, tortillera de mierda, pinches mexicanos, los odio, maricones. En Alemania, René Pollesch y Falk Richter encontraron un lenguaje, pero se está desgastando solito.
¿Cómo ves la relación director-autor en el teatro mexicano?
Estamos muy separados. Está el departamento de los autores y, en otro lugar muy lejano, el de los directores. Hace falta generosidad de los dos lados. Ahora que hubo un encuentro de dramaturgos en Querétaro estuve ahí por accidente. Me sorprendió ver que no había directores. No entiendo por qué no nos invitan. No creo que un encuentro de dramaturgos deba ser un evento privado, donde no hay directores, no hay actores, no hay escenógrafos. Es ridículo. Los autores tienen todo que aprender de los demás; en especial de los actores. Ellos sólo te voltean a ver y te dicen: esto no lo puedo decir, no me alcanza el aire o no sé qué estoy diciendo.
Es una fractura muy real. La idea de comunidad teatral es muy abstracta. Nos comportamos como individuos, pero nos dedicamos a un arte colectivo.
Y lo mismo sucede con el público. Ahora que está en riesgo el Teatro Helénico, me sorprende que el público no se queje, que no haya nadie que diga “a mí no me van a cerrar la opción de ver otro tipo de teatro”. Pareciera que es un problema exclusivo de la comunidad teatral. Por alguna razón, no se sienten afectados. No sé... Tal vez nos falta convocarlos.

6.10.07

Festival Iberoamericano de Teatro: una necesaria polémica sobre la integración cultural y lingüística

Hoy, si los astros siguen en orden, comenzó el Festival Iberoamericano de Teatro en Manizales, Colombia. “Esta 29ª versión del Festival Internacional de Teatro, es una nueva oportunidad de invitar al mundo a conocer Colombia y en especial a Manizales ciudad teatral de América” reza la publicidad.
Sin duda se trata de un ejercicio de política cultural y difusión del patrimonio artístico iberoamericano que ha sentado precedente desde hace casi tres décadas sin que haya muchos esfuerzos por ampliar la oferta. El Festival de Manizales y Cádiz continúan siendo los referentes principales para mirarnos en el espejo del teatro mundial. Y aunque el festival de Manizales se oferte como “internacional” es bien sabido que representa la piedra angular del teatro iberoamericano, (junto a Cádiz).
Inaugurando El Festival con la obra Otehitzari Biraka, una coproducción de Kukai Logela y Tantakka el País Vasco es invitado de honor de esta emisión, lo cual ha despertado algunos conflictos al interior de la más dura cúpula de teatreros españoles y especialmente entre ciertos funcionarios culturales de éste y aquel lado del mundo, muchos de los cual han considerado la invitación a Euskadi como “país” una provocación (a mitad de un doloroso proceso de reconocimiento de la cultura euskalduna).
Y en otra postura –según se lee en foros de Internet– no han faltado quiénes se pregunten si la cultura vasca o euskalduna debe considerarse iberoamericana. El argumento más importante de algunos “hispanistas” es que los mecanismos de producción en Euskadi son los mismos que en España y que en general comparten un presupuesto de subvenciones y mantenimiento o creación de foros, por lo que la invitación debería ser para España y dentro de ésta para la Comunidad Autónoma del País Vasco. Buena parte del dinero con el que se hacen y viajan las obras euskaldunas “es de España” no exclusivamente de la región del País Vasco, decía un comentario anónimo en los foros de opinión de un periódico.
En fin, que el tema de los nacionalismos, la independencia de Euskadi y su posición en la península ibérica no está lejos de las propuestas culturales y artísticas, del manoteo político cultural y básicamente de la historia reciente de este país, cultura o pueblo.
Sin embargo, hay un tema de fondo que vale la pena tocar y del que creo se han hecho pocas reflexiones: las lenguas iberoameriacas y el teatro: su integración.
La inclusión de Euskadi y con él de su lengua, el euskera, plantea una incógnita para el devenir de este festival y para el esfuerzo de identidad como continente iberoamericano. ¿Abrir paso a todas las lenguas o dejar uno o dos idiomas mayoritarios? Desde luego, el sentido común nos dice que la respuesta es la inclusión dado que el término “Iberoamérica” no sólo considera a España y sus antiguas colonias, sino también a Portugal y Andorra. El problema de fondo es que en Iberoamérica existen casi una centena de lenguas y aunque muchas de éstas siguen en constante lucha para no desaparecer –por lo cual sería ridículo pedirles una propuesta escénica– un número considerable de lenguas vernáculas sí podrían tener participación en cualquiera de los festivales que se dicen Iberoamericanos y acrecentar así la reunión, reflexión y puesta en escena de textos de lo pueblos indígenas, culturas ancestrales o recientes que habitan y pululan Iberoamérica.
No son festivales Hispanoamericanos o Latinoamericanos, son encuentros multiculturales y multilingües desde y para la cultura iberoamericana, o por lo menos eso deberían ser. En ese tenor habría que buscar que en cada edición (de los festivales teatrales iberoamericanos en el mundo) por lo menos exista un montaje cuya lengua no sea mayoritaria, desde las indígenas como el maya, náhuatl, quechua o mapuche pasando por las autonómicas en España como el euskera, gallego, catalá y valenciano además de las formaciones lingüísticas de grupos de emigrantes como el spanglish o el véneta. ¿No es el teatro una forma de conservación de la cultura?
Es lamentable observar los esfuerzos de otras artes y colectivos o comunidades artísticas para preservar lenguas originales –o estudiar las nuevas– y al contrario, la pasmosa lentitud del teatro iberoamericano.
Se traduce poco a las lenguas minoritarias, pero sobre todo se desconoce su literatura dramática y sus procesos escénicos milenarios o contemporáneos. Sabemos por ejemplo que existe una tradición teatral mesoamericana, anterior al estado de evangelización, ¿por qué no podemos verla en escena?
Si la traducción (estudio o reflexión) del castellano a las lenguas minoritarias hay poco, de éstas al castellano o portugués el panorama es todavía más árido, quiénes son los dramaturgos más importantes en lengua maya, por ejemplo.
La comunidad teatral iberoamericana debe contribuir al debate sobre la integración de las lenguas en los territorios iberoamericanos – que próximamente incluirán países de Asia y África – y además implementar acciones para dotar a esta integración de presencia en la escena, que es al mismo tiempo un reconocimiento cultural que el teatro ha postergado inútilmente.Afortunadamente en Manizales hay un foro para dialogar estos nuevos desafíos que el continente iberoamericano debe afrontar, sin diferencias políticas (tan frecuentes). Debe ser la comunidad artística la que ponga el ejemplo y oferte a nuestras sociedades igualdad o por lo menos ideas sobre la multiculturalidad: su pertinencia o inadecuación.

4.10.07

Barba y el Tercer teatro siguen vivos


El Odin Teatret de Dinamarca, mítico grupo fundado por el italiano Eugenio Barba, será el gran protagonista del Festival Madrid Sur, que celebra su 12ª edición desde hoy hasta el 28 de octubre en numerosos teatros y espacios de siete poblaciones de la periferia madrileña. La compañía trae al festival cinco espectáculos. Itsi Bitsi es un clásico del Odin Teatret, presentado más de 300 veces en 15 años, a menudo en América Latina, y, en su versión castellana, por primera vez en Madrid. "Es una historia real y un espectáculo cuyo estilo de actuación, construcción, dramaturgia y utilización de la música en vivo son típicos del estilo Odin", dice Barba de este montaje basado en la biografía de la actriz Iben Nagel Rasmussen, autora del texto, y de su novio, un joven poeta beat del final de los años 60, ambos drogadictos. Él se suicidó, ella sobrevivió gracias al teatro.
El hermano muerto, El eco del silencio y La alfombra voladora son espectáculos-demostraciones, en los que participa la actriz Julia Varley, donde se enseña cómo se crea teatro en el Odin y las estratagemas que inventan para interpretar un texto. Blanca como el jazmín es un concierto vocal de Rasmussen, la primera actriz del Odin, quien rememora y experimenta nuevamente las mutaciones de la voz.
Barba, de 70 años, ha ejercido su carrera en Dinamarca, donde fundó en 1964 el Odin Teatret, una de las compañías más influyentes del teatro europeo de las últimas décadas, convertida hoy en toda una factoría escénica. También es el inventor, junto a otros, del concepto de antropología teatral y generador, a partir de sus viajes por Latinoamérica, del concepto de Tercer Teatro. Un teatro que no busca entretener ni defender tesis. Sólo hace preguntas para las cuales cada uno debe encontrar sus propias respuestas. Para Barba, el Tercer Teatro a menudo es anónimo, pero en cambio está "activo y presente en muchos lados". Barba acuñó este término para definir la inmensa variedad y cantidad de espectáculos que no son teatro tradicional, ni teatro de vanguardia. "Esa rica flora y fauna de grupos, proyectos, espectáculos en barrios, hospedajes, prisiones, que por miles ocurren en el planeta son la consecuencia de la fragmentación del modelo único de teatro que ha existido en Europa hasta el final de los años sesenta; después, ese modelo explotó, y hoy sólo se escribe de los teatros subvencionados o de grande éxito artístico, y se ignora el tercer estado del teatro, los pobres y los jóvenes en que palpita la vitalidad y el sentido profundo de nuestro oficio".
Al Festival Internacional Madrid Sur, organizado por la Fundación Instituto Internacional del Teatro del Mediterráneo (IITM), que dirige José Monleón, acuden este año 28 compañías, que ofrecerán ocho estrenos y 15 en la Comunidad de Madrid. Cada año, el festival gira sobre un concepto. En esta ocasión, la periferia: "Nos reivindicamos periféricos y dispuestos a trabajar con todos los que se interroguen seriamente por los obstáculos, a menudo ideológicos, que cierran el paso a la integración de los humanos en un proceso racional de respeto y convivencia", dice Monleón, quien ha convocado a dos de los más conocidos creadores del teatro periférico: Eugenio Barba y su Odin Teatret y Salvador Távora, con La Cuadra de Sevilla y su montaje Flamenco para Traviata, basado en fragmentos de la ópera verdiana.

Tomado de El País. ROSANA TORRES - Madrid - 04/10/2007

Del apestoso mundo literario y teatral atravesado por un decadente periodismo cultural

Recuento de los últimos – aunque no sorpresivos – atropellos a la razón que se cometen día a día en este submundo de la letra escrita, donde impera el egoísmo y gana la sordidez, el trato mezquino y los golpes por la espalda. Enumero:

Guillermo Sheridan en su blog de Letras Libres hace una exposición clara y honesta, además de que introduce fuentes precisas para demostrar el circo que montó la UNAM – experta en exageraciones, extrañas relaciones públicas e información a medias – con el reciente acervo que Carlos Fuentes donó a su alma mater. El novelista, también conocido en México como “gringo viejo” regaló a la UNAM un “importante acervo” de 300 libros.
Cuenta Sheridan: Fue curioso que nadie recordase que la verdadera donación del verdadero acervo de Fuentes sucedió hace muchos años, en 1995, y no a su alma mater sino a Princeton University. Y para el caso no fue donado, sino vendido en dólares en un negocio vigilado por la firma legal Brandt & Brandt, como se lee en la página de las bibliotecas de esa universidad. En esa página también se lee que “los Carlos Fuentes Papers reúnen los archivos personales y de trabajo de Carlos Fuentes (1928-), escritor, editor y diplomático mexicano: cuadernos de notas, manuscritos de novelas y novelas breves, cuentos cortos, obras teatrales, guiones cinematográficos, escritos, discursos, entrevistas, traducciones, correspondencia, juvenilia, dibujos, documentos, fotografías, casettes de audio y video, papeles de otras personas, cuadernos de recortes y material impreso”. Vicente Quitarte, director de la Biblioteca Nacional reconoció que los libros “no tienen anotaciones ni dedicatorias”. Es muy común y probable que Fuentes hiciera una recopilación de aquellos libros que le obsequian cada día autores noveles, que le envían editoriales o que compra una tarde cualquiera en sus paseos por librerías norteamericanas. A mí me da igual lo que Fuentes haga con su acervo, lo peligroso es la falta de memoria histórica de la UNAM, la ceremonia en la que rector y novelista se ofrecieron loas y la pasividad de nuestros reporteros culturales. No investigan, no recuerdan, no se interesan en rebuscar.
Con la ceremonia de la UNAM y el cheque que recibió Fuentes en Princeton University, ironiza Sheridan. Lo curioso es que días después apareció Rascón Banda – ese escritor-político o viceversa – diciendo que todos los escritores deberían seguir el ejemplo de Fuentes. Tanta crítica a la globalización, semblante de izquierda y al final, con dinero baila el gringo.

Otra vez con información de Sheridan: José María Pérez Gay, un reseñista autodenominado de izquierda publicó en La Jornada (2007/06/03) – ¿Dónde más – una nota sobre la película La vida de los otros, película alemana que ganó el Oscar como mejor película extranjera. Sheridan traduce fragmentos de la entrada Das Leben der Anderen de la wikipedia germana que el señor Pérez Gay tradujo, copió y pegó como propia. Le agregó unos adjetivos pero la información es casi la misma.
Sheridan propone que fuera el propio Pérez Gay quien escribió el artículo de la wikipedia en alemán, sin embargo, haciendo una somera exploración en la versión germana quien introdujo esa entrada no tiene una cuenta que pueda atribuírsele a Pérez Gay, además de que no fue uno, sino varios los autores que enriquecieron el texto.

A comienzos del mes pasado se celebraron 60 años de vida de Enrique Krauze. Las notas comenzaron a salir en prensa, se prodigaron elogios – como suele suceder – y sendos homenajes, editoriales que no pierden la oportunidad mediática y el jefe recibió, como era de esperarse, los juicios laudatorios de los suyos y el reconocimiento justo por su labor como historiador, articulista y promotor editorial. Sin embargo, en un alarde de servilismo El Ángel de Reforma le dedicó un número completo donde sobraron las glorificaciones y faltó crítica. Nunca como hasta ahora había visto a Domínguez Michael, González Rodríguez y Kleinburg tan enajenados con la figura del padre Krauze, un suplemento respetable convertido en bastión de un grupo que ya tiene revista y editorial. No es nuevo decir que Krauze es el heredero de Paz, ¿hacía falta confirmarlo de esta manera?

He ganado unas cuentas becas, he cobrado dinero público por escribir ¿A quién puede molestarle eso? Supongo que a quienes no lo han logrado ¿Qué culpa tengo? En fin, una calumnia salió a la luz en la “bella airosa” donde me inculpan de traficar influencias por darle a un poeta amigo consejos para desarrollar un proyecto de beca. Reproducen íntegro un correo electrónico que usan como herramienta de perjuicio. Lo curioso es que la beca no la ganó (en varias emisiones), ese mail lleva cuatro años de retraso y no se citan fuentes, se especula y se juega con la información el prestigio de quienes aparecemos citados. ¿No es más corrupto el periodista que antepone a la investigación opiniones mezquinas e intereses de terceros?

Esto me lleva a reproducir el texto aparecido en Contralínea – una publicación que especula y no cita fuentes – en la que se ataca a varios de los creadores escénicos más importantes del teatro mexicano:
“En la convocatoria 2003, Luis de Tavira, director general de la asociación civil Casa del Teatro y director del Centro Dramático de Michoacán (Cedram), resultó seleccionado con el estímulo económico a creadores, recurso que percibió de 2004 a 2006. Sus compañías también recibieron fondos del programa de Coinversiones del Fonca. Alejandro Luna era miembro de la comisión de selección de teatro y asentó por el estímulo. Desde antes, ellos compartían proyectos. En dicha convocatoria también resultó becada Tolita Figueroa, pareja sentimental del mismo comisionado.
A finales de 2005, en una entrevista publicada en el diario Noticias, voz e imagen de Oaxaca, Philippe Amand expresó su preocupación por el espacio escénico y la difusión del mismo. El escenógrafo se encontraba recorriendo diversas poblaciones de Michoacán con el teatro itinerante que él mismo diseñó y que era un proyecto original de Luis de Tavira. En ese entonces, Tavira era director, funcionario, promotor del programa Conaculta en los estados y miembro del SNCA. Dos años después, en 2005, fue nombrado creador emérito con estímulo vitalicio del Fonca. En la última convocatoria del Sistema, ambos coinciden en la misma comisión de selección de teatro y otorgan estímulos a los postulantes de su preferencia.
En esta última convocatoria, Philippe Amand manifestó en su declaración de vínculo mantener relación laboral, íntima, académica y de parentesco en primer grado con Raúl Quintanilla. Pero el comisionado no se abstuvo de votar por el postulante que resultó beneficiado.
Raúl Quintanilla, exdirector del Centro Universitario de Teatro y miembro en dos ocasiones del SNCA, es en la actualidad director del Centro de Formación Actoral de TV Azteca y profesor en La casa de teatro de José Caballero Betanzo, exdirector de la Compañía Nacional de Teatro. Ambos directores fueron beneficiados en la última convocatoria del SNCA.
Otro caso es el de Víctor Zapatero, iluminador que también resultó seleccionado a partir de este año, en la que se encontraba Philippe Amand, compañero de trabajo de la puesta en escena Electra o La caída de las máscaras.
Cutberto López, comisionado de selección, también reconoció en su Declaración de Vínculo tener relación laboral con Antonio Castro que, a pesar de no resultar beneficiado, es director de una de las obras de teatro en la que Cutberto realiza la escenografía.
El director de teatro Eduardo Ruiz Saviñón comenta que, al conocer las irregularidades con las que se selecciona a los becados, no le queda más que continuar insistiendo en la necesidad de reformar el SNCA. “El Sistema funciona como las elecciones en Oaxaca –ironiza–, los artistas ni siquiera participan porque saben que no se les dará nada”. Agrega que entre la misma comunidad artística y de otras disciplinas se sabe que los estímulos son otorgados como pago de favores o “regalos” laborales, familiares o sentimentales. “Nos partieron la cara a los de teatro”, concluye
.

Lamento las declaraciones del maestro Ruíz Saviñón pero sobre todo lamento que nuestro periodismo cultural sea tan oscuro y que reine la envidia. Entiendo que hay injusticias, pero de ahí a la acusación hay un trecho. Todos quieren becas, pero no todos trabajan para tener un trabajo con calidad para ofrecer. Yo estoy a favor de tener más mecanismos de vigilancia para la entrega de becas y subvenciones y de tener mejores comisiones de dictaminación (más democráticas y plurales), pero la gente que se menciona en el artículo (Contralínea, septiembre, 2da quincena, de 2007) tiene una trayectoria destacada, son artistas reputados y la mayoría pueden vivir sin estos estímulos, su trabajo los avala.

Pasa por un mal momento el teatro mexicano: Rodolfo Obregón

El maestro Rodolfo Obregón es experto en crear polémicas. Es uno de los críticos más importantes de México aunque ahora esté resguardado bajo el manto protector del ogro filantrópico (CITRU). Él mismo declaró alguna vez que "no se necesita más público, sino mejor" y aunque en mucho tiene razón, yo no puedo suscribir el argumento pues pienso que las cosas van al revés, con más público el nivel se diversifica, la industria crece y la calidad se dispara para bien, porque para mal ya se ha disparado lo suficiente y está en permanente cima de mediocridad, basta ver la cartelera plagada de un teatro comercial lamentable que funciona por lo menos como espectáculo y cumple dos paradigmas que el teatro estatal no ha podido concretar: la multiplicidad de público y la autogestión.
¿No será mejor llevar a esa despistada gente a nuestras salas? Darles otra opción. ¿No será mejor hacer un teatro menos introspectivo y más ciudadanizado- si se me permite el término? ¿No será mejor entrar en el tema de la educación pública y crear mejores espectadores?
Ahora llama a producir menos, y se excusa en la hipótesis de que entre menos obras, mejores, se olvida quizá, de decirnos cómo saber quién va a hacer ese teatro prodigioso, con cuánto y para qué, y lo mejor: ¿Quién va determinar si es bueno o malo si el público en general - no la comunidad teatral en sí misma - estará ausente?

De la entrevista que sigue comparto mucho con el (mi) maestro Obregón, pero hay algo que no ajusta, que se queda en el aire, el tema de cómo hacer un mejor teatro mexicano, seguro es la escueta entrevista, hay que buscar a Obregón para obtener mejores referencias. A continuación las palabras del maestro para meter el dedo en la llaga.

El teatro en México pasa por un mal momento, sin propuestas y casi totalmente paralizado, afirmó el director del Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli (CITRU), Rodolfo Obregón. Entrevistado por Notimex, el también director de teatro comentó que la sensación es de parálisis, en el que las principales instancias de producción resisten los cambios políticos, como el que viene en la Universidad Nacional Autónoma de México, al referirse a la próxima sucesión del rector. En este marco también se inscribe "el cambio que hubo hace casi nueves meses en el Instituto Nacional de Bellas Artes y la producción está paralizada, pues algunas obras pasan de un lado a otro", comentó. No obstante, dejó en claro que no se trata solamente de una responsabilidad institucional sino también de los propios creadores, dado que cada vez aparecen pocas propuestas escénicas atractivas, lo que "teatro rutinario". Dijo que "pasan de una obra a otra, sin ninguna consecuencia, sin ninguna continuidad, sin ninguna propuesta realmente, cambiando de elencos, nada más".
Respecto al trabajo de los dramaturgos, Rodolfo Obregón aseguró que a los viejos escritores los encuentra agotados mientras que a los jóvenes los ve sobreexplotados, como a Edgar Chías."Son jóvenes talentos, como Chías, que corren el riesgo como les ha pasado a los anteriores, de explotarlos hasta agotarlos, antes de que cumplan los 35 años", puntualizó. De esta forma, consideró, puede bajar la calidad de las obras, porque no hay una jerarquización equitativa en el teatro nacional, y si hay propuestas deben estar reguladas."Tenemos que producir menos, pero producir mejor, con el objetivo de ver un teatro de calidad y que no sea repetitivo una y otra" vez, señaló.
Por otra parte, respecto a la labor del CITRU, Rodolfo Obregón adelantó que el 21 de octubre próximo presentarán en el Palacio de Bellas Artes el libro "Diálogos en contexto", de Rocío Galicia, con entrevistas a 20 dramaturgos del noreste del país.


La Crónica Hoy. Notimex. Sábado 29 de Septiembre de 2007