30.12.10

Héctor Mendoza (1932-2010) y el teatro que fue

Murió el maestro Héctor Mendoza antes de que concluyera el año, la década. Lo confirmó Consuelo Saizar y los medios ya lo difunden.
Mendoza, autor teatral, director de escena y especialmente gran formador de intérpretes, investigador de la actoralidad mexicana y gestor de puestas en escena que modernizaron la escena nacional.
Una década de grandes perdidas, de maestros que se fueron y dejaron tras de sí un legado complejo y rocoso en la escena mexicana, algunas veces brillante, otras veces cuestionable e incluso condenable, pero siempre fincado en la personalidad propia, en la idea del individuo/creador como motor del discurso, que se atreve a contagiar, a despertar el interés por un arte que en México tardó en encontrar su senda, en estar a la altura de otras disciplinas creativas.
Se fueron Ludwik Margules, V.H. Rascón Banda, Emilio Carballido, Esther Seligson, Juan José Gurrola, Claudio Obregón, Ignacio Retes, Perla Szuchmacher, Hugo Arguelles, Alejandro Aura, Xavier Rojas, Antonio González Caballero y otros más que mi memoria, unos minutos después de despertar, no recuerda.
No en ese orden, no con esa importancia para la historia del teatro mexicano, pero sin duda los arriba mencionados (y otros), dejaron una huella imborrable en la escena teatral del siglo XX mexicano y la primera década de este XXI.
Se abre la puerta a la renovación, al mismo tiempo que se confirma: el teatro es un arte efímero. ¿Quiénes recordarán, quiénes podrán acercarse a las obras de estos grandes maestros y cómo volver a sentirlas, a disfrutarlas? Sólo sus espectadores en la memoria, tendrán ese privilegio.
Todavía no hay plataforma tecnológica lo suficientemente hábil para que perduren las creaciones en la escena misma, para que exploten otra vez las emociones en el escenario y se compartan con el público, para volver a sentir y disfrutar. No.
Buen viaje maestros.

26.12.10

Confundir cultura con entretenimiento (Ley Sinde)

En España, hace apenas unos días, se votó en el pleno legislativo la llamada Ley Sinde, que pretendía regular, entre otras cosas, los contenidos digitales y el uso de terceros en el territorio español. A pesar de la influencia del gobierno y grupos de presión (corporativos mediáticos, principalmente) en la negociación, la ley no prosperó. Se trataba de un particular estatuto legal promovido por la ministra de cultura (Ángeles González-Sinde), para censurar y penalizar las descargas online con el fin de “proteger a la cultura española y a sus creadores”.

Es un debate largamente añorado en España que por primera vez tiene un eco realmente nacional. Es la primera vez que se debate a fondo la propiedad intelectual y el lugar de los creadores en una sociedad como la española, en el umbral de la digitalización, que al contrario de lo que se piensa, tiene grandes agujeros legales, inconsistencias en el seno de su política cultural y una predilección enfermiza por confundir el ocio, el tiempo libre y el entretenimiento con las artes y la cultura.

Al Estado español le sobran creadores. Le falta público y un gobierno inteligente que separe conceptos, que conozca la significación de lo que trata y explique sus argumentos más allá de la rabieta. Para empezar, con relación esta controvertida ley, que nos digan qué es para ellos la cultura y quién la ejecuta. ¿Un cantante de reggaeton? ¿Un actor norteamericano que aparece en una serie de los años noventa? ¿Un creador de software libre? ¿A quién quieren proteger, al distribuidor del la serie Lost en España o al escultor que no tiene espacio para exponer, al actor que no ha recibido su pago o al pianista que no tiene público para el cual tocar?

El problema – muy común en la vieja Hispania – es confundir humanismo con humanidades. El entretenimiento no es cultura, es entretenimiento. Se debe pagar por él, claro que sí, pero en términos justos, equilibrados y entendiendo que los ficheros en la web tienen una demanda mayor, un acceso poco restringible y ofrecen, más de las veces, contenidos alejados de la cultura como expresión humana sublime, reflexión social y experimentación formal. No hay que confundir la protección que el Estado debe garantizar para sus ciudadanos al recibir arte y cultura contemporánea (sin fines comerciales, el Estado no es una empresa, no necesita obtener ganancias) como un derecho, al mismo tiempo que protege su patrimonio histórico tangible o intangible.

La Ley Sinde pretende, con un solo golpe en la mesa, meter en la cesta de la política cultural una serie de conceptos que más de las veces se contraponen, para evitar diseñar una compleja política cultural que influya verdaderamente en los creadores, en los artistas, en el público y en los estudiantes (próximos profesionales) de artes. La Ley Sinde busca garantizar la supervivencia de los distribuidores de entretenimiento, que la mayor parte de las veces facturan fuera de Europa, ayudar a cantantes de moda (que darán votos, al promover la imagen "de protección de la cultura") y a las gestoras de los derechos de autor a recaudar más, a controlar más, a censurar más (dicho sea de paso, firma esto un socio de la SGAE, una de las empresas con mayor influencia en este campo).

Aceptar que esta ley tiene que ver con la creación artística es privatizar la cultura y las artes como medida de precaución política. El arte es un derecho, no un privilegio, sectario por lo tanto debe ser garatizado por el Estado central. El entretenimiento es un consumo, que debe pagarse (los internautas que se niegan a pagar céntimos también se equivocan), a partir de la demanda que genera - pues depende de un sistema industrial - y con base a ese campo de estudio debe producirse la negociación monetaria. Sin duda, hace falta debatir el derecho de autor, la distribución de los bienes culturales y la protección del Estado hacia los agentes culturales propositivos, pero no será a través de una ley censora que confunde a un artista con un producto más de la maquinaria de la farándula.

Aquí más.

21.12.10

Tres dramaturgias porteñas y una chilena

He publicado esta reseña crítica en la revista mexicana Espiral.
Se escribe sobre HP de Luis Barrales, en Santiago de Chile y de las obras porteñas La terrible opresión de los gestos magnánimos de Daniel Veronese, Reflejos de Matías Feldman y Ala de criados de Mauricio Kartún.
Cuatro registros, cuatro esfuerzos teatrales y autorales distintos, con mayor o menor fortuna.
Aquí.

19.12.10

3 links 3 y Wunderkammer

Sobre el teatro mexicano para el año siguiente. Al parecer buenas noticias, esperemos que se hagan realidad.
Aquí.
Sobre el teatro español y cómo lo atropellan las administraciones públicas, especialmente los morosos Ayuntamientos.
Aquí.
Una entrevista con el hispanoargentino catalán Javier Daulte en Letras Libres.
Aquí.

Y por si fuera poco, la columna de columnas en Replicante (Wunderkammer). Cada mes un ir y venir de enlaces. Esta vez hay unos links sencillamente insuperables. Rafael Toriz, el hipervínculo de la cultura mexicana.
Aquí.

15.12.10

No top ten del teatro iberoamericano

Mi columna de este mes en Replicante trata de poner en perspectiva la necesidad de revisar el concepto del teatro iberoamericano más allá de un membrete institucional.
¿Existe tal cosa como el teatro iberoamericano?
Aquí.
La revista, como cada mes, vale mucho la pena.
Replicante.

9.12.10

La Tempestad Número 75, las artes del siglo XXI

Me tratan bien en La Tempestad.
Es una revista de lujo con editores de primer nivel y me halaga aparecer una vez más en sus páginas.
En este número entrevisto a la danesa Kirsten Dehlholm, de Hotel Pro Forma, en la sección de actualidad. Además Hans-Thies Lehmann conversa sobre los derroteros del teatro posdramático en el siglo XXI.
Todo el número vale la pena, por ejemplo se habla de: Deutsches Theater Berlin, David Hevia, Rosas; Marek Bienczyk, Marcelo Cohen, Natsume Sōseki, Tomas Tranströmer; Jean-Luc Godard, Alejandro González Iñárritu, Abbas Kiarostami, Apichatpong Weerasethakul; Bill Frisell; Jonathan Hernández, Luis Felipe Ortega, Valeria Schwarz, Pablo Vargas Lugo; Andreas Angelidakis, Here I Go, Mazzanti + Mesa, Alon Meron, Studiomama y más cosas.
También el blog de la revista vale mucho la pena. Acá.

3.12.10

Revista Telón de Fondo

De Buenos Aires para el mundo, el último número de la revista de teatro (teoría y crítica), Telón de Fondo. Todo el número es intersante y vale la pena ir pinchando link a link.
Sofía Castaño, me entrevista en el artículo número 24.
Podría decir que en esalarga entrevista está contenido casi todo mi credo. Muchas de las cosas que pienso hoy, a los 26 años, sobre el teatro y la cultura contemporánea, podrían resumirse en esa entrevista maravillosa de la señora Castaño.
Acá.