Página web del dramaturgo Enrique Olmos de Ita. Descarga gratis obras de teatro para niños, jóvenes y adolescentes. Adaptaciones de clásicos y ensayos y crítica teatral.
Teatro contemporáneo.
Texto publicado originalmente en la revista bilingüe Indias-Indies. Aquí.
Mi primera palabra fue “gol”. No dije mamá o papá o gato. Dije “gol” en las piernas de mi abuela. Ella me cargaba y veíamos juntos todos los partidos que daban en la televisión. O eso me cuenta mi madre. Y un día comencé a gritar “gooool”. Nací en el año de 1984, lo cual indica que el Mundial de México ’86 lo disfruté (aunque obviamente no lo recuerdo) frente a la vieja tele gris de mi abuela, a quien llamé Mamá Toto (Beatriz Alicia Álvarez-Icaza Camargo, su nombre de pila) hasta su muerte; sabiendo que no era una segunda madre, sino otra madre.
Juntos en su cabaña de los Llanos de Apan, lejos de todo el bullicio, siguiendo cada jugada, debimos de ver decenas de partidos. Otros los escuchábamos en su radio roja de pilas, especialmente cuando ella se trasladaba a la cocina. Era un ritual extraordinario, ya en la cena o en el almuerzo: estar sentados a la mesa, casi en completo silencio, escuchando el futbol en la radio distorsionada. De vez en cuando hacíamos exclamaciones y mi abuela se levantaba, nerviosa como era, para ajustar el volumen del viejo aparato. Un pretexto para no estarse quieta.
Mi abuela amaba el fútbol. Era una de sus devociones. Me gusta pensar que aquel gol mítico de Maradona (“barrilete cósmico, de qué planeta viniste”) contra Inglaterra en el estadio Azteca lo vimos juntos. Y yo me emocioné y ella se desilusionó. No empatizaba con Maradona y después del gol de “la mano de dios” (que ocurrió en ese mismo partido, unos minutos antes) le gustó menos. Es un drogadicto y un tramposo, me decía siempre que yo defendía al Diego. Ella amaba a Pelé, a quien vio jugar en México ’70. Esa dicotomía originaba discusiones exageradas que a mí me hacían mucha gracia.
Como a muchos mexicanos de su generación (los nacidos a principios del siglo pasado) no le gustaban los argentinos. Es curioso cómo para una parte de la sociedad civil mexicana aún ahora se pueden tolerar todos los triunfos latinoamericanos, incluso hispanoamericanos en cualquier competencia, excepto si son argentinos. Hay una envidia muy particular contra lo argentino (los dos polos de este subcontinente, quizá), una relación de antipatía que no he logrado descifrar y que se verifica hasta el paroxismo en el futbol. Y mi abuela representaba con cabalidad esa afrenta casi genética.
Ahora que se acerca una nueva Copa del Mundo recuerdo (aquí sí con nitidez) haber visto la final de Italia ’90 a la par. Mi abuela apoyaba a los alemanes y gritó el gol de Brehme contra la Argentina como si hubiera sido su coterráneo. Ahí comenzaron nuestros piques. Ella del Real Madrid, yo del Barça desde niño. Ella pro Hugo Sánchez, yo con Romario. Ella del América, yo del Pachuca (aunque ella también hinchaba por los tuzos del Pachuca). Ella apoyaba a México en cada mundial o Copa América y yo al contrario (por ser anti nacionalista, pero sobre todo, por llevarle la contraria). Así nos gustaba vivir, así disfrutábamos los partidos de futbol, en una dialéctica constante. Un único enemigo nos unía: Estados Unidos. Solo los gringos nos alineaban en el mismo bando.
Vimos juntos los mundiales de USA ’94 (a ella casi le da un infarto en la serie de penales de México contra Bulgaria) y en Francia ’98 se ilusionó con el “matador” Luis Hernández. En Corea y Japón y en Alemania no teníamos muchas esperanzas pero disfrutamos hasta el último minuto de ese juego contra Argentina en cuartos de final en el cual Maxi Rodríguez hizo un gol exquisito que eliminó a los dirigidos por Ricardo Antonio Lavolpe. Mi abuela decía que no podías enfrentar a los argentinos con un entrenador argentino y se enardecía frente a la televisión, pidiéndole explicaciones.
Así la recuerdo: moviendo los dedos nerviosa implorando al “diablo panzón” para evitar un contraataque del rival o el remate de cabeza en un tiro de esquina del enemigo. Hablando con la tele, discutiendo con los relatores, insultando al colegiado: “árbitro horrible”. No le gustaba el juego de posesión (decía que el Barça le aburría mucho) y se quejaba de “tanto pasesito”. No era una hincha fácil de complacer. Había visto futbol casi desde niña y con el tiempo solo le interesaban los equipos valientes.
En el mundial pasado solo vi un partido a su lado. El juego que México perdió con Uruguay en Rustenburg. Después tuve que volar a Santiago de Chile donde vimos cómo lentamente la selección española se levantó con los honores en aquella final contra Holanda. Recuerdo una llamada posterior vía skype en la cual mi abuela estaba emocionada: “España es campeón, no lo puedo creer”. Para alguien de origen ibérico que había visto a “La roja” siempre perdedora, ese triunfo era un auténtico lujo esperanzador. “El próximo mundial le toca a México”, me dijo.
Creo que no sucederá, por más que mi abuela lo hubiera deseado hasta el infinito. México está muy lejos de ganar una Copa del Mundo. Lo cierto es que será muy difícil ver mi primer mundial sin saber que ella, desde su vista nublada y su oído débil estará en sus territorios gritando por su selección. Es lo terrible de la muerte, nos roba las ganas de ver un mundial solo para cantar los goles de Argentina frente a tu abuela y esperar su acostumbrada diatriba. ¿Qué sentido tiene ahora la Copa del Mundo?
Me gusta pensar que aquel 22 de junio de 1986 vimos juntos el gol del siglo de Diego Armando Maradona y que ella, consciente de que yo no lo recordaría y aficionada como era al buen juego, también aplaudió ese gol, aunque nunca lo aceptara.
Ella se llama “Lisistrata de Aristófanes” se dedica a ganar certámenes de belleza, deslumbra al mundo pero lo que realmente nos asombrará de ella es su plan, lo que tiene preparado para nosotros… una huelga de piernas cruzadas.
Horario: Domingos 18:00 horas. Boletos: Entrada general $180. Adolescentes y adultos.
En Guadalajara. Gracias a Ala deriva teatro este fin de semana cumplimos 100 funciones con Hazme un hijos. Falso documental de un suceso imbécil y hormonal.
Teatro con una base científica es la premisa con la que el dramaturgo, crítico y narrador mexicano Enrique Olmos de Ita realizará su intervención en el Diplomado en Dramaturgia Contemporánea que ofrece el Instituto Potosino de Bellas Artes.
El diplomado está dirigido a dramaturgos, directores, coreógrafos, bailarines, músicos, actores, estudiantes de teatro y público en general; se llevará a cabo del 28 de abril al 28 de junio en tres módulos, en las instalaciones del Centro de Investigación Escénica del IPBA. Aquí sigue.
Era una mancha blanca que corría por los Llanos de Apan. Es uno de los recuerdos que tengo de ella, corriendo a toda prisa en la inmensidad del verde.
Saber que Maya era el mejor Gran Maltés (una raza única, extraordinaria) que haya pisado tierra firme, es otro de mis recuerdos, sin duda el más objetivo. Su inteligencia estaba muy por encima de la media y su habilidad para trepar también. Y tenía por costumbre ponerme de buen humor.
Hace no mucho leí el estudio de la psicóloga Andrea Beetz sobre la oxitocina y el cerebro de los perros domésticos. Se hizo evidente una intuición de todos los que hemos convivido con estos bichos extraordinarios, segregamos las mismas sustancias y activamos las mismas regiones del cerebro que cuando nos enamoramos. De algún modo, uno se enamora un poco de ese ser indefenso que nos pide comida y cariño, mueve la cola y enloquece cuando nos ve.
Además, acariciar a nuestros compañeros reduce el estrés, crece el sentimiento de apego y nos ofrece (como me decía una amiga) esa tranquilidad manifiesta de alta intimidad: No nos juzgan, nos aman y no esperan nada a cambio (o muy poco). Es todo lo que nos gustaría que fueran las personas. Cuanta razón.
A Maya y a mi nos gustaba salir a caminar en especial después de la lluvia y regresar exhaustos, ella a beber agua en los múltiples recipientes que tenía al alcance y yo a escribir. Ir hasta el escritorio para poner en pie una obra de teatro, responder correos electrónicos o alimentar algún proyecto. Pasamos largos ratos en silencio, cada quien a lo suyo, examinando el mundo a nuestra manera.
Quizá ella intuía que detrás de algunos personajes y tramas estaba, de un modo inconsciente ella se hacía presente en lo que tecleaba. En muchas de mis obras aparecen perros o gatos (ella era una mezcla de ambos) y no faltan referencias a su raza.
Algunas veces pienso que yo no soy más que el alter ego de los bichos que me ha tocado cuidar y querer. Que me utilizan para expandir sus mensajes, sobre todo en obras de teatro para públicos específicos.
Ella dormía plácidamente (y en los últimos años roncaba, vaya que roncaba) mientras yo escribía o buscaba el rastro de algún roedor o lagartija (se sabe que su raza es la mejor para atrapar ratas y ratoncillos), de un insecto intruso o las migajas del almuerzo, un cacahuate entre las sillas, incluso los sobrantes de frutas y vegetales. Maya tenía una dieta muy equilibrada, desde muy pequeña pidió comer como yo, incluso mejor porque le gustaba el brócoli.
Al vivir lejos o ante la inminencia de los viajes no siempre pudimos estar juntos. Estuve tentado a llevarla conmigo a donde fuera, pero era tan feliz en el campo, con toda la llanura abierta a su merced y los demás perros amigos, esos cómplices suyos que seguramente la envidiaban porque dormía adentro y su familia, nuestra familia, de la que se adueñó enseguida, en especial del cariño de mi abuela a quien cuidó hasta su muerte. De mi hermano Cristofer a quien acompañó en las noches de sueño y vigilia, frustrando el ataque de monstruos imaginarios y de pesadillas. Y de mi madre, a quien hizo abuela hace trece años. A veces ellas dos se mimetizaban, de tan cercanas, de vivir tan a la par, la una para la otra.
Maya siempre que pudo me acompañó fielmente, atenta mirando por la ventana desde el sofá - ella fue testigo de varios que pasaron por esa sala y acaso destructora de más de uno - y en época de frío (en las tardes y noches del altiplano hidalguense, casi siempre) buscaba sitio junto a mi. Si me distraía un poco, me robaba el sitio y se quedaba con mi silla.
Así comprendí que debía encender la chimenea cada vez que Maya estuviera presente, en especial con el paso de los años, pues se hacía más susceptible al frío. Frente al fuego se dormía otro rato o reposaba la cena. Ahí al borde del sofá, lo más cerca del calor, mientras crujían los maderos de los árboles que ella misma había visto desde su privilegiado balcón, que lentamente se convertían en ceniza, como ella ahora, que reposa en una hermosa urna de mármol que aún no me atrevo a mirar de frente.
Mueren los malditos, es decir, los necesarios. Al parecer ya está confirmada la muerte del poeta Leopoldo María Panero. Este 2014 será terrible para las letras en lengua castellana. Para mí, el poeta español más interesante, más complejo, más ausente de erudición superflua, lleno de temperamentos hasta él inexistentes en nuestro canon, del cual siempre se desmarcó, guiñando el ojo a otras tradiciones. Uno tiene derecho a los héroes intelectuales; Panero lo fue para mí, después de que mi amigo el poeta mexicano Juan Carlos Hidalgo me lo recomendó: "Debes leer poetas malditos, deja el pinche Siglo de Oro ya, chingaaa," (quienes conocemos al Cholo lo escuchamos ahora mismo, con esa voz tan contundente). Leí obsesivamente a Panero desde la adolescencia, incluso lo fui a buscar sin éxito al psiquiatrico donde estaba recluido, antes me dejaron visitar su ex hospital en Mondragón, Guipuzkoa; como todo fan tomé fotos he hice preguntas a los lugareños. ¿Alguna vez vieron pasar a Panero por aquí? En el bar de al lado: ¿Qué le gustaba beber? A las señoras de limpieza: ¿Era amable o altanero? Después propuse hacer una obra de teatro sobre sus textos y especialmente a partir de su biografía como enfermo mental, se llamaría Éramos tan felices, que no pudo llevarse a cabo. Hoy más que nunca repito esta sentencia:
"El error de escribir y el error de vivir
Porque la vida es una mano torpe que se arrastra sobre el verso
El próximo 7 de febrero, el Teatro Cuauhtémoc de Mixquiahuala recibirá la obra infantil No tocar, obra de Enrique Olmos que aborda una historia de abuso sexual y la ruptura del núcleo familiar.18:00 horas.
No Tocar de Enrique Olmos; el próximo 16 de febrero a las 13:00 hrs. Daremos inicio al programa de teatro familiar en el Centro Cultural La Alborada. Tijuana. Baja California.
El 24 de enero de 1934, nace Gabriel Zaid. Es uno de los más importantes escritores mexicanos de la actualidad. He leído gran parte de su obra poética y ensayística y me parece de una calidad alta, además de las siempre lúcidas polémicas que provoca en Letras Libres. Sin embargo, Zaid rehuye de las cámaras fotográficas. Es casi imposible saber cómo es su rostro; pues tampoco tiene apariciones públicas. Hasta ahora. En facebook circula esta imagen del poeta y crítico. ¿Será realmente Gabriel Zaid?
Ateo dios de Enrique Olmos de Ita, los esperamos este 7 de febrero a las 7pm en Hojas de Té (Oslo 7, Col. Juárez, Del. Cuauhtémoc, cerca de Metrobús Hamburgo y Metro Insurgentes) Si reservan o compran el boleto en preventa sale a $100
"Uno no lo desea, pero prefiere siempre que muera el que está a su lado, en una misión o una batalla, en una escuadrilla aérea o bajo un bombardeo o en la trinchera cuando las había, en un asalto callejero o en un atraco a una tienda o en un secuestro de turistas, en un terremoto, una explosión, un atentado, un incendio, da lo mismo: el compañero, el hermano, el padre o incluso el hijo, aunque sea niño. Y también la amada, también la amada, antes que uno mismo". El hijo de puta de Javier Marías (Tu rostro mañana/ 3 Veneno y sombra y adiós). No logro sacarme este inicio de la cabeza. Marías, que me provoca insomnio desde el año 2000 (en estas fechas, más o menos) cuando leí Mañana en la batalla piensa en mí. Creo que estoy celebrando el cumplir trece años de haber comenzado a leer - con sus más y sus menos, encuentros y desencuentros - al mejor prosista vivo de la lengua castellana. ¡Salud por él!
A la falta de espacios para las expresiones escénicas se suma la necesidad de diversificar el apoyo a los artistas, integrando arte y cultura a Desarrollo Social o Educación, así como fortalecer el quehacer teatral con un festival de corte internacional. Nota completa aquí.
Ha sido un honor recibir la más alta distinción que el gobierno mexicano concede a un joven. He sido designado Premio Nacional de la Juventud 2013 en el área de expresiones artísticas, lo cual me hizo muy feliz. Es una responsabilidad interesante que comparto agradecido.
Aquí la nota.
Mis obras de teatro para niños, pubertos, adolescentes, jóvenes, teatro para públicos específicos, adaptaciones, teatro para adultos y otros ejercicios para la escena ya se pueden descargar gratis.
Ateo dios de Enrique Olmos de Ita Dirección: Hugo Arias
Elenco: Carmín Flores Amaranta Getino
Miércoles 8, 15 y 22 de Mayo 9pm En el Foro Petit Comité (República de Uruguay, Centro, Del. Cuauhtémoc. Dentro de la Casa del Cine. Cerca de Metro y Metrobús Isabel La Católica)
Costo $150.00
Lleguen temprano, porque el Cupo es muy limitado...
Sinopsis: Un reportero de una agencia de noticias, será el encargado de seguir al sacerdote católico O'Connor para hacerle una entrevista respecto a su larga actividad sexual con niños y adultos cuando fue párroco en distintos puntos del estado de California. A la par habrá testimonios de las víctimas, sumando estadísticas sobre la conducta sexual del clero católico, después un desenlace inesperado y brutal.
Cobertura total de teatro escolar en México. Dos producciones anuales por estado. Teatro para niños y jóvenes profesional y de calidad en todo el país.