Algo (mucho) interesante ocurrió en el Festival d' Avignon.
Esta vez se trata de la obra Casimir et Caroline (Kasimir und Karoline), que parece de muy buena (y costosa) factura (a juzgar por la crítica y la recepción del público) y que personalmente tengo muchas ganas de ver; ojalá llegue pronto a la Península.
Hace tiempo que busco más sobre la obra de Ödön von Horváth, desde que leí en Montréal su famosa "Juventud sin dios" que me deslumbró.
Y como además me gustan los escritores exotas, me pareció pertinente estar al tanto de todo lo que se publique o llegue a escena con este singular apellido.
Ödön von Horváth es uno de los tipos más raros de la literatura. Para muestra el siguiente fragmento biográfico - hay más datos alucinantes, pero no vale la pena abrumar al lector - escritor austrohúngaro de origen magiar nacido en Fiume, actual Rijeka, ciudad que perteneció a Hungría hasta la Primera Guerra Mundial, luego a Italia y desde 1947, a Croacia (un apátrida), aunque se le reconozca principalmente en París.
Hijo de un diplomático, vivió durante su juventud en diferentes ciudades centroeuropeas, lo que le hizo familiarizarse con varios idiomas (alemán, magiar, italiano, y francés). Publicó su primera obra de forma casi casual, al aceptar la propuesta de un compositor de escribirle una pantomima; el resultado fue El libro de los bailes (1922). Dos años después viajó a Berlín, publicando Cuentos deportivos (1924), una sucesión de dramas dialogados. Perseguido por los nazis sus libros fueron quemados, teniendo que firmar sus obras bajo seudónimo. Es en esa situación de extrema miseria cuando escribe sus mejores obras, entre ellas Juventud sin Dios (1937). En 1938 huyó a Italia y Francia, dónde murió de forma trágica cuando ya era un dramaturgo respetado. Mientras paseaba por los Campos Elíseos, una rama desgajada de un árbol le golpeó en la nuca, causándole la muerte. Tenía sólo 37 años. Además un atávico pavor a los rayos y se casó por conveniencia con la cantante judía Maria Elsner; escribió sobre el nazismo (que lo exilió) un monólogo trepidante: "Un hijo de nuestro tiempo" que se estrenó en Catalunya hace años.
Ödön von Horváth, en su juventud, había protagonizado una historia bastante insólita: estaba paseando por los Alpes cuando de súbito se topó con un hombre muerto hacía tantos meses o años que, más que cadáver, era casi un esqueleto. Así y todo, junto al muerto había un bolso intacto. Horváth abrió el bolso y halló una tarjeta postal que decía: "Estoy pasándola muy bien”, o algo semejante. Los amigos quisieron saber qué había hecho con la postal. "Fui al correo –les explicó- y la despaché. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Casimir y Carolina es la historia de amor y desamor de una pareja en la que él acaba de quedarse sin trabajo y ella se deja deslumbrar por un rico empresario.
Esta vez se trata de la obra Casimir et Caroline (Kasimir und Karoline), que parece de muy buena (y costosa) factura (a juzgar por la crítica y la recepción del público) y que personalmente tengo muchas ganas de ver; ojalá llegue pronto a la Península.
Hace tiempo que busco más sobre la obra de Ödön von Horváth, desde que leí en Montréal su famosa "Juventud sin dios" que me deslumbró.
Y como además me gustan los escritores exotas, me pareció pertinente estar al tanto de todo lo que se publique o llegue a escena con este singular apellido.
Ödön von Horváth es uno de los tipos más raros de la literatura. Para muestra el siguiente fragmento biográfico - hay más datos alucinantes, pero no vale la pena abrumar al lector - escritor austrohúngaro de origen magiar nacido en Fiume, actual Rijeka, ciudad que perteneció a Hungría hasta la Primera Guerra Mundial, luego a Italia y desde 1947, a Croacia (un apátrida), aunque se le reconozca principalmente en París.
Hijo de un diplomático, vivió durante su juventud en diferentes ciudades centroeuropeas, lo que le hizo familiarizarse con varios idiomas (alemán, magiar, italiano, y francés). Publicó su primera obra de forma casi casual, al aceptar la propuesta de un compositor de escribirle una pantomima; el resultado fue El libro de los bailes (1922). Dos años después viajó a Berlín, publicando Cuentos deportivos (1924), una sucesión de dramas dialogados. Perseguido por los nazis sus libros fueron quemados, teniendo que firmar sus obras bajo seudónimo. Es en esa situación de extrema miseria cuando escribe sus mejores obras, entre ellas Juventud sin Dios (1937). En 1938 huyó a Italia y Francia, dónde murió de forma trágica cuando ya era un dramaturgo respetado. Mientras paseaba por los Campos Elíseos, una rama desgajada de un árbol le golpeó en la nuca, causándole la muerte. Tenía sólo 37 años. Además un atávico pavor a los rayos y se casó por conveniencia con la cantante judía Maria Elsner; escribió sobre el nazismo (que lo exilió) un monólogo trepidante: "Un hijo de nuestro tiempo" que se estrenó en Catalunya hace años.
Ödön von Horváth, en su juventud, había protagonizado una historia bastante insólita: estaba paseando por los Alpes cuando de súbito se topó con un hombre muerto hacía tantos meses o años que, más que cadáver, era casi un esqueleto. Así y todo, junto al muerto había un bolso intacto. Horváth abrió el bolso y halló una tarjeta postal que decía: "Estoy pasándola muy bien”, o algo semejante. Los amigos quisieron saber qué había hecho con la postal. "Fui al correo –les explicó- y la despaché. ¿Qué otra cosa podía hacer?
Casimir y Carolina es la historia de amor y desamor de una pareja en la que él acaba de quedarse sin trabajo y ella se deja deslumbrar por un rico empresario.