Soy aficionado de ver cómo el arte y la cultura se involucran en los medios de comunicación masiva. De los suplementos culturales de fin de semana en algunos periódicos, al internet y la televisión cultural, la relación es bastante compleja y monótona, por un lado, los contenidos dependen de los limitados formatos, los cuales no siempre permiten profundizar, ni confrontar tesis. Muchas veces son un muestrario de una idea, un autor, un libro, una obra, un concierto, suerte de frágil testimonio.
Sin embargo, a pesar de que la difusión del arte y la cultura se entroncan cada vez más con el formato del mercado que está regido por el "espectáculo", hay esfuerzos interesantes que no se pueden pasar por alto, de ahora u otra época. Ciclos de entrevistas, crónicas, reportajes, documentales y hasta presentaciones de libros que han sucumbido al formato audiovisual, que van desde la típica imagen del felino que persigue a su presa en la sabana africana hasta las entrevistas memorables con escritores o filósofos.
Inevitablemente la televisión cultural está mutando en una televisión ornamentalmente cultural, más interesada en resaltar el folklore y las "tendencias" de la sociedad que examinar y cronizar la ciencia, el arte y la cultura en general. Porque hablar “sobre temas serios, es aburrido”. En la televisión, los temas “serios e importantes” no venden. En México, para no ir más lejos, existen tres televisoras nacionales con objetivos culturales, Once Tv, Canal 22 y Tv Unam. Habría que agregar, como en todo Hispanoamérica, las emisoras locales que producen contenidos culturales, muchos de estos, financiados con dinero público y que no salen de su espectro geográfico.
Pero después de pasar por el satélite o la onda corta desaparecen. ¿Dónde están programas como Conversaciones con Octavio Paz, las altisonazas recomendaciones librescas de Ricardo Garibay o las gesticulaciones exageradas de Juan José Arreola? ¿Dónde está la crónica audiovisual de tantos eventos para la cultura hispanoamericana? ¿Dónde se puede consultar el registro de discursos, exposiciones, y ciclos dedicados a poner la cultura y el arte no sólo como información que se consume, sino que deja testimonio para la reflexión?
En festivales, conciertos, inauguración de exposiciones, presentaciones de libro, hay casi siempre una cámara de televisión que hace un registro más o menos completo del suceso, además de los consabidos encargados de las instituciones dedicadas a la difusión del arte y la cultura precisamente en los departamentos de prensa. Sin embargo, mucho de ese material desaparece, se recicla o simplemente sirve para ilustrar una nota de tres minutos y luego se deshecha como si fuera equivalente a las declaraciones d eun funcionario, o el reportaje sobre el día de la madre.
Este material aunque está financiado con dinero público, tiene las características de un bien privado. ¿Por qué no se puede consultar esa información? Todo lo que produzcan los medios culturales del estado debe estar a la vista de los habitantes. ¿Dónde queda tanto material? ¿Por qué lo esconden?
La excusa para no comercializarlo es el alto costo de la producción. En la era de internet eso se llama pereza. Sólo hay que darle formato, editar lo posible y subirlo a la gran red. Que las instituciones hagan no sólo su trabajo de compilación y archivo de eventos sino que lo ofrezcan a los ciudadanos es lo mínimo, la cultura también está en registros cotidianos que van más allá del periodismo, pero además habría que rescatar lo que ya se ha producido y pugnar por nuevos contenidos. Ya sabemos que la televisión comercial no va a encargar nada que nos interese realmente, sino que nos entretenga simplemente; por lo menos hay que rescatar lo de antaño.
Me alegra, por ejemplo, ver cómo las personas, el público, es quien rescata estos contenidos y los comparte, para muestra los documentales de Eduard Punset que circulan en eMule, las opiniones de Richard Dawkins y las monumentales entrevistas de Soler Serrano en la España de la post-dictadura. Además de un documental perdido sobre Borges, opiniones de Galeano, Savater, Bolaño, Vila Matas y Cortázar. Sin duda, esta clase de programas que almacenan y comparten archivos serán una fuente estupenda de archivología cultural de la lengua española.
Hace falta más, la memoria de nuestra lengua debe ser mucho más que una serie de documentales que algún animoso grabó desde su casa. Lo malo es que algunos archivos, por cierto, son un engaño para ofrecer pornografía camuflada de pésima calidad.
Todo esto, a propósito de que el Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli ha puesto a la venta estas joyas del teatro por sólo 30 dólares americanos o 300 pesos, es decir, que todavía hay coherencia, seguro llegarán al nuevo archivo de la cultura, en breve:
9 CDS Y 1 DVD DVD. DOCUMENTALES DE TEATRO MEXICANO: DANZON DEDICADO AL TEATRO MEXICANO, RETES, CAMINANTE DE TEATRO y SEKI SANO. BIBLIOTECA DIGITAL DEL CITRU
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