28.12.08

Acerca de la muerte de Pinter

Una lección oculta nos deja Pinter, a pesar de haber muerto esta semana, en casi todos los diarios y suplementos culturales de la lengua castellana: la indiferencia ante la dramaturgia como libro, del teatro metido entre papel.
Se hacen los recuentos de fin de año: los mejores libros, las joyas rescatadas del olvido, traducciones, nuevas ediciones, conmemoraciones y homenajes, y no he visto todavía "los 10 mejores libros de teatro" en el 2008 o algo semejante, ni siquiera en Babelia que incluso rescató la poesía y el ensayo este año.
Y en las mismas páginas culturales, de Pinter se resalta sobre todo su compromiso político. Queda claro que los intelectuales, críticos, reseñistas y editores no lo han leído, acaso han visto alguna obra suya en escena, y se limitan a comentar por encima su labor dramatúrgica.

Cero bibliografía pinteriana... se me olvida, los hombres de letras no leen teatro.

27.12.08

Un video sobre J. Kuri

Saltando entre los links del hermoso y metafísico youtube me encontré un video bastante extraño a modo de homenaje para el desaparecido Jorge Kuri, dramaturgo autodenominado el embajador de la luna o el ombudusman de los chiflados. En estos días de recuentos y felicitaciones es curioso volver a observar la cara y gestos de un tipo que fue muy cercano para mí cuando comencé a escribir teatro, un verdadero cómplice; un joven dramaturgo que hoy estaría más que consagrado. Un amigo al que le perdí - con la ayuda de Legom - el sombrero gris que aparece en una parte del documental, ese fue el principio del fin de nuestra amistad, algo que todavía no me perdono.
Nostalgia.


26.12.08

Adiós a la mirada de un rebelde

Después de Beckett, su maestro, Harold Pinter -fallecido el día de Nochebuena- ha sido el gran patrón de la dramaturgia contemporánea. Fue el padre espiritual de Mamet, de LaBute, de toda la generación de los In-Yer-Face, los nuevos airados británicos, desde Martin McDonagh hasta Conor McPherson (Escondidos en Brujas, la película sorpresa del verano, era pinteriana hasta la médula) pasando por la suicida Sarah Kane, a quien defendió cuando todo el mundo se rasgaba las vestiduras por Blasted, y su influencia es indiscutible en algunos de nuestros mejores autores, con Benet i Jornet y Llüisa Cunillé a la cabeza. Pinter era un duro, un duro de Hackney. Sobrevivió a los ataques de las bandas antijudías de su barrio de infancia, y al tribunal militar que le condenó por objetor en los durísimos años cincuenta, y a las modas, y a las etiquetas, y a los fascistas que, cada año y, sobre todo, a partir de su comprometidísimo discurso de aceptación del Nobel, en 2005, le acusaron de "izquierdista trasnochado".
El pasado 8 de mayo, con motivo de la reposición de The birthday party, su primera obra, en el Lyric Hammersmith de Londres (el mismo teatro y la misma fecha donde se estrenó 50 años antes), Pinter comentaba, sardónico, que todos los críticos de entonces, a excepción de Harold Hobson, "escribieron que aquel debut sería mi despedida". También erraron los médicos en 2001, al diagnosticarle un cáncer de esófago en fase terminal. Desde entonces hasta su muerte desarrolló una actividad sobrehumana, como escritor, director de escena, guionista (la adaptación de La huella, de Anthony Shaffer, para la secuela dirigida por Kenneth Branagh), activista político (empeñado en lograr la condena de Tony Blair como criminal de guerra) y también actor: protagonizó Apart from that, en BBC / TV, en 2005, y en octubre de 2006 volvió a subir a un escenario para interpretar, en el Royal Court, Krapp's last tape, el monólogo de Beckett, durante nueve funciones a teatro desbordado.
A diferencia de sus compañeros de generación, Pinter no ha dejado de estar presente, año tras año, en la cartelera anglosajona. En la última década he visto en Londres una o dos piezas suyas por temporada, estrenos y reposiciones, algunas dirigidas y protagonizadas por él (doble gozada) y siempre con gran éxito, desmintiendo el estúpido cliché de "autor minoritario" o "difícil". Pocas veces he escuchado tantas carcajadas (y tantos silencios cargados de amenaza) como en No man's land (de nuevo, por cierto, éxito de la temporada en el Duke of York's del West End, con el inmenso Michael Gambon), ni he visto tantas lágrimas como en el despertar de Penelope Wilton en A kind of Alaska. Cuando le dieron el Nobel escribí en estas páginas: "Pinter no es simbólico. Ni absurdo. No necesita dramaturgias ni escenografías que expliquen el concepto. No es realista ni surrealista sino superrealista: su teatro es un concentrado extremo de realidad. Que incluye, naturalmente, los sueños y los deseos secretos y las realidades paralelas, y todo lo que no se dice, y lo que se dice para no decir lo que quiere decirse. Y el dolor, y el humor, un humor que suele ser lírico y feroz al mismo tiempo: el deadpan de los cómicos ingleses, que dejan caer sus frases como gotas de té en mitad de un incendio".
Como Bergman, igualmente acusado de difícil y plomizo, Pinter fue un vitalista radical que siempre se lio a puñetazos con la sombra para arrancarle todos sus velos, para hacer trizas todas sus máscaras. También llovieron sobre él los calificativos de amargo, frío o distante. Le recuerdo en la sala Beckett de Barcelona, en 1998, cuando Sanchis Sinisterra le dedicó un memorable Otoño Pinter. Vino también para apoyar el estreno en España de Ashes to ashes, con Stephen Rea y Lindsay Duncan, en el Mercat de les Flors, y la noche siguiente cayó por el local de Gràcia ("¡Pinter está aquí!") y subió al escenario, entusiasmado, para aplaudir a los intérpretes de Un ligero malestar. Y bebió durante la cena como un cosaco, y cantó blues con su vozarrón de barítono, y le tiró los tejos a Lina Lambert, la protagonista.
Muchos de los asistentes a aquellas funciones, y a los apasionados coloquios que siguieron, descubrirían, pues, a un Pinter cálido, próximo y riente. Lástima que no pudiera organizarse entonces un homenaje paralelo a su trayectoria cinematográfica ("He escrito 29 obras de teatro, pero también 24 guiones", decía, orgulloso) como el que en junio de 2006 le dedicó la BAFTA con una selección de sus mejores trabajos a cargo de su colega David Hare. Para algunos, Pinter era más conocido como el responsable del mejor cine de Losey (con Accidente, de 1966, y El mensajero, 1969, a la cabeza), y, sobre todo, el artífice de la espléndida adaptación de La mujer del teniente francés, la novela de John Fowles que Karel Reisz llevó a la pantalla en 1980 y que le valió una candidatura para los premios Oscar. De esos 24 guiones destacaría otras dos soberbias adaptaciones: The last tycoon, la novela póstuma de Scott Fitzgerald, que se convirtió (El último magnate) en el canto del ci(s)ne de Elia Kazan, y su personalísima versión de la Recherche de Proust, que no llegó a filmarse pero sí se puso en escena en el National de Londres, durante la temporada 2000-2001.

25.12.08

Murió Harold Pinter


El prestigioso dramaturgo británico Harold Pinter ha fallecido en Nochebuena a la edad de 78 años, según informó hoy su mujer, Antonia Fraser. Pinter, premio Nobel de Literatura en 2005, padecía cáncer desde hace años.
Pinter fue considerado el dramaturgo británico más influyente de su generación y una viva voz dentro del activismo político. Guionista, actor, director y docente en la Universidad de Londres, fue nombrado 'Companion of Honour' en 2002, título honorífico británico, después de haber rechazado el título de Sir (Caballero).
Pinter atacó con vehemencia la política en Irak del presidente estadounidense, George W. Bush, y del ex primer ministro británico Tony Blair, al que calificaba de "criminal de guerra". Además, criticó duramente el bombardeo de Serbia por parte de la OTAN y defendió los derechos de los kurdos.
Autor de más de 30 obras, Pinter nació en 1930 en Hackney, un barrio popular situado al este de Londres. Tras estudiar brevemente en una escuela de teatro, en 1957 se estrenó 'La habitación', a la que poco después siguió 'The Dumb Waiter'.
Un año después se estrenó 'La fiesta de cumpleaños', aunque su gran éxito llegaría con 'The Caretaker', en 1963. También colaboró en numerosas adaptaciones para el cine, como 'La Maîtresse du Lieutenant français' y 'L'Ami retrouvé'.
En octubre del 2005, la academia sueca anunció a Pinter como el ganador del Premio Nobel de Literatura, afirmando que "en sus obras se descubre el precipicio bajo la irrelevancia cotidiana y las fuerzas que entran en confrontación en las habitaciones cerradas".
Su segunda mujer, Antonia Fraser, declaró hoy al diario 'The Guardian' que Pinter "era genial" y que ha sido un "privilegio vivir con él durante 33 años".

16.12.08

Derechos humanos y grito de Job




Publicado en Reforma, sección Cultura, el 19 de diciembre de 2008



Derechos humanos y grito de Job
por José Ramón Enríquez

La muerte de doña Amalia Solórzano de Cárdenas ha coincidido con la celebración del sexagésimo aniversario de la Declaración de los Derechos del Hombre por una entonces recientemente creada Organización de las Naciones Unidas.
La coincidencia de una dolorosa noticia y una conmemoración que debería ser feliz, también permite recordar la importancia que doña Amalia tuvo en la defensa de las mejores causas, desde su participación fraternal ante una República Española agredida por el fascismo y ante la Expropiación Petrolera, hasta su postura siempre en defensa de las clases menos favorecidas, sobre todo durante los sexenios del llamado neoliberalismo, y los derechos del mundo indígena que fueron puestos en la mesa de discusiones por el alzamiento del EZLN.
Respecto a esto último, hace unos días en estas mismas páginas, el licenciado Granados Chapa recordó y citó en extenso algunos pasajes del libro Estampas para el recuerdo. Los caminos indígenas de doña Amalia, escrito por ella misma y Julio Moguel.
En relación a lo ocurrido hace 70 años, como hijo del exilio español, me corresponde rendir homenaje a doña Amalia y dar mi más sentido pésame tanto a su hijo como a toda su familia. A la altura de sus padres, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano ha sido referente para las izquierdas en nuestro país durante las últimas décadas, aun cuando oportunismos populistas que han usufructuado y aun traicionado lo construido por él, hayan querido relegarlo en el lustro que corre.
Malos tiempos han sido los de este nuevo milenio que parecía promisorio. Si hace 60 años, tras los horrores de la Segunda Guerra, la ONU convirtió en solemne Declaración algo que debería resultar obvio, no significa que haya sido llevado a la práctica. Y hoy parecería no sólo que cualquier derecho cede cada día más ante la delincuencia organizada, sino que los propios Estados, con argumentos de "seguridad nacional" inaceptables, hacen a un lado lo que firmaron entonces.
Sobre todo Estados Unidos que, representados por quien fuera otra gran primera dama, Eleanor Roosevelt, fue propulsor principal de la Declaración. Un país que mantiene, con Guantánamo, no sólo un crimen de lesa humanidad sino un ejemplo para mandatarios que lo utilizan como coartada.
Da la impresión de que se retrocede en lo avanzado y el futuro se ve mucho más oscuro en este tema de lo que parecía hace unos cuantos años. Los gritos de muchas víctimas de abusos, aparentemente legales o francamente ilegales, se antojan un solo grito que se une a los de épocas que parecían superadas.
Precisamente Job la obra de Enrique Olmos de Ita que obtuvo el Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera 2008, de Querétaro, es una reflexión desde lo más íntimo sobre el ser humano en su total indefensión ante un secuestro, ilegal en este caso, pero que bien podría trasladarse a Guantánamo.
Tras escuchar cómo el ser humano lanza hoy aquel lamento que reencarna uno de los más bellos y terribles textos de la Biblia, el Job de Enrique Olmos llega a la más desgarradora de las blasfemias que para él se convierte en la más alta muestra del amor a Dios en medio de la injusticia impensable que habita su creación.
Queda para los creyentes decidir si Dios desea, permite o es víctima desde la cruz de la violencia cainita. Para los simples habitantes del mundo contemporáneo queda un paisaje desesperanzado, absurdo, suicida. Porque tiene toda la razón el lema de la Comisión Europea sobre Derechos Humanos: "nos conciernen a todos".
Aun los aparentemente impunes se van volviendo Job. Y todos acabaremos como Job, en un basurero climático, económico, de integrismos religiosos, literalmente irrespirable, increpando a un Dios que cada día se demuestra más impotente ante las brutalidades de su criatura.
Mientras las respuestas se buscan, la realidad se encharca, y autores como el muy joven mexicano Enrique Olmos de Ita realizan una labor profética que debería de ser la meta del teatro actual. Desde distintos tonos, con voces diversas, pero siempre con esa meta.

GANA DRAMATURGO MEJICANO EL XI PREMIO INTERNACIONAL DE TEATRO DE AUTOR DOMINGO PÉREZ MINIK 2008

El joven dramaturgo mexicano, residente en la Península Ibérica resultó ganador del XI Premio Internacional de Teatro de Autor Domingo Pérez Minik con la obra para jóvenes y adolescentes Inmolación que cuenta la historia de dos jóvenes que tienen la intención de suicidarse, el drama ocurre lo mismo en Madrid que en Monterrey, México.

El rector de la Universidad de La Laguna Eduardo Doménech Martínez entregará el premio junto con los otros galardones culturales que convoca anualmente la universidad, en el auditorio de Tenerife, Espacio de las Artes, el sábado 13 de diciembre de 2008, a las 19:30 horas. Lamentablemente el dramaturgo mexicano no podrá estar presente en el acto, pues se encuentra en su país recibiendo el Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera.

El jurado, compuesto por Rafael Fernández Hernández, Luisa Hodgson, Carlos Brito, Carmen Márquez y José Alfonso González decidió premiar por unanimidad Inmolación, según recoge el acta certificada el 3 de octubre. El premio consiste en la publicación de la obra, el montaje por parte de la Universidad de La Laguna y una dotación económica de 1,800 €.

Enrique Olmos de Ita (Llanos de Apan, México) nació en 1984 y ha conseguido los siguientes premios y reconocimientos: Finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Gerardo Mancebo del Castillo (2005) y del Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera Castañeda (2006), también del Premio Nacional de Ensayo Teatral CITRU-Paso de Gato (2006). Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera (2008) en Querétaro, México. Becario FOECAH 2004, beneficiario de PACMYC 2006, becario FONCA Jóvenes Creadores 2005-2006, becario por la Fundación Antonio Gala, en España 2006-2007, becario Iniciarte Junta de Andalucía 2007 y del Consejo de las Artes y de las Letras de Québec-FONCA 2007, en Montreal.

Algunos de los autores premiados recientemente son Alberto Iglesias, Antonio Tabares, César López Llera, Raúl Cortés Mena y el dramaturgo mexicano que resultó ganador en la edición anterior David Olguín.