27.11.07

R e p l i c a n t e

Si de algo acusa ausencia la cultura mexicana en tanto cotidiana reflexión, es de pluralidad. Se vive como marginal y antisistema – obvio, no se piden becas al Fonca porque están dominadas por “mafias” y el estado es el culpable de que no reconozcan mi inusual talento – o se lee en exclusiva Letras Libres y acaso el Babelia español para estar al tanto de lo más granado de la literatura en nuestra lengua.
En fin, que por un lado los lectores compulsivos del catecismo de la izquierda mexicana, llamado La Jornada, y por otro, los suscriptores de Reforma, se han negado a establecer puentes sensibles para el debate casi al mismo tiempo que el país se polariza entre defensores y denostadores de AMLOquito. Por un lado, Monsiváis y Poniatowska en la más triste de sus versiones, y del otro Krauze y los suyos en la más jubilosa aparición mediática.
Aunque a éstos últimos no se les puede calificar como “intelectuales de derecha” (¿La derecha puede tener intelectuales?, creo que no), tampoco son precisamente revolucionarios ni renovadores, por lo menos no en el plano político.
Y aunque ambos bandos se pongan de acuerdo en la intimidad, o por lo menos dialoguen civilizadamente, al fondo de esta reyerta por “la verdad nacional” está una nueva y casi madura generación de escritores, artistas y estudiantes universitarios que han desviado malamente su ojo crítico a favor o en contra.
Para los que viven en la periferia, y aún más, los que no estamos en el país, desde afuera la polarización es evidente y estéril, aunque tiene su invariable punto anecdótico que no deja de ser atractiva.
En cada bando cuento a varios amigos o personas que aprecio y admiro, por lo tanto lamento ver los espacios – pocos – de reflexión crítica repitiendo los argumentos de hace un año cuando el debate sí estaba en el futuro político del país y su naciente democracia.
En fin, que los medios por excelencia para acrecentar y compartir el debate (ojo: no sólo el político) y que mejor retratan los avatares de la cultura crítica mexicana, son las revistas. Entiendo que Nexos ha dejado de ser el contrapeso de Letras Libres (antes Vuelta), y que los suplementos culturales de cada periódico han reducido sus páginas casi hasta convertirse en piezas de museo. Uno debe rebuscar entre la publicidad para encontrar una columna, reseña o reportaje.
Mientras cada quien se acomoda en el panorama intelectual mexicano, y las disputas continúan o decrecen, existe desde hace no poco tiempo una revista periférica, no sólo porque su edición no es chilanga por definición, tampoco por convicción, y sin embargo sumamente plural pero rigurosa, con un cuidado editorial y diseño desenfadado, hasta divertido, donde convive una legión de autores que oscilan en edades, procedencias y estilos.
Esta reunión de gente, de la cual Rogelio Villarreal es editor, destaca porque no es complaciente, ni marginal, tampoco aburrida y mucho menos polarizada. Su único defecto es que publica ahí un tipo nefasto que firma igual que yo, y en el último número escribe sobre La rama dorada de Frazer.

¡Replicante a la venta!

Si no la compras es que amas al Peje. No; lo odias.

22.11.07

Fernando Fernán Gómez (1921-2007)

Fernando Fernán Gómez, peruano, o argentino, pero más bien español, fue el primer actor en ingresar a la Real Academia de la Lengua Española.
El pelirrojo encarno una suerte de hombre de teatro total que lo llevó al cine y la televisión. Fue dramaturgo, teórico y director de escena, pero sobre todo, animador del oficio dramático desde un punto de vista crítico y nada complaciente. Más que su legado, del que conozco poco, reconozco su imagen como una de las últimas en la lengua española para mirar al creador de personajes como un artista. Nada más lejos de un diletante, que sea la paz con él.

El diario de Patricia es inocente

La televisión es el negocio más grande del mundo después del petróleo. La gente vive a través de la televisión, y las familias conversan sólo lo que dura la publicidad –en España es eterna, creo que dura más que el programa, por eso las familias son tan unidas– y todo lo que no sucede en la televisión, no sucede o es mentira de la prensa progre, es decir, El País.
El programa más visto en los días que siguen en la Península será El diario de Patricia en Antena Tres. Un vulgar talk show copia conceptual de la usual calidad de exportación de USAméricalatina, es decir, Miami.
Resulta que una chica rusa (Svetlana), fue llevada con engaños al maravilloso programa, ella pensaba que vería a un familiar, y se encontró con su ex pareja, que le propuso matrimonio en vivo y en directo. La mujer no aceptó porque entre otras cosas el hombre tenía una orden de alejamiento por maltratos.
Unos días después la mujer es apuñalada en el portal de su casa por el despechado. La historia trágica de la televisión que cuando sea encumbrada en la pantalla ganará espectadores, el sueño delirante del señor rating convertido en realidad technicolor.
Nada mejor para los niveles de audiencia que un asesinato. El debate que se viene será el de por qué este maldito programa de tele basura sigue al aire después de tal atrocidad. Y quizá después de unos trepidantes días de discusión monologada salga del aire, después de cosechar puntos altos de audiencia, sin que nadie se ocupe del verdadero verdugo: el espectador. La producción del programa tiene una responsabilidad civil, moral y legal, pero quien mató a esa mujer fue la gente. El espectador que no deja de mirar El diario de Patricia y demás patrañas. Lo sacarán del aire, pero vendrá otro, de un nombre quizá menos original, y seguirá ganando publicidad alegremente.
Las estrategias de la televisión son tan crueles que se me ocurre pensar que la propia producción alentó el crimen. Los niveles de audiencia lo justificarán, habrá dicho un entendido. Volverán al cabo de unos días, con El diario de Cristina o algo así. Qué más da la vida de una inmigrante rusa, se preguntaban. Con esta idea preparo una breve obra dramática – aviso, para quien ya esté pensando en escribir la suya – y creo que esta anécdota terriblemente real marca la constatación de que el imperio de la tele basura ha llegado a España.
Por si fuera poco, que nunca lo es, y para quienes opinan que la sociedad española no es racista, machista o xenófoba, basta con ver los comentarios de la gente a la noticia antes de que se supiera el tema del asesinato con televisora involucrada (click).

Breve diccionario del yo webconsciente del español promedio: Porque es rusa debe ser prostituta, entonces se justifica, si hubo violencia en la agresión es un marroquí acaso colombiano, en Valencia esto sucede porque está llena de inmigrantes y el culpable de todo es, desde luego, Zapatero.

La terapia de grupo en Chinatown

Ahora que los turistas se han marchado de Montréal y sólo queda disfrutar del frío glaciar, también los lugareños se han ocultado como ratas en sus agujeros del primer mundo. Sólo unos pocos salen a la aventura de la calle, unos por necesidad, otros por ocio. Yo salí porque me gusta ese bufette de comida china que es tan barato. Además me hace bien caminar, dicen.
Mientras esperaba a un amigo y me comía alguna carne frita bañada en una salsa exótica, noté que la concurrencia era bastante singular, literalmente.
De la decena de mesas ocupadas sólo una tenía dos comensales o más. Los otros estábamos solos, casi frente a frente. Los bufettes de comida china, a lo largo del mundo, son encuentros civilizatorios, ¡los hay hasta familiares!, pero en Montreal las cosas van al revés, y más si es invierno.
Los solitarios sacamos nuestra desdicha a los bufettes de comida china. No sólo había frikies (como yo), también algunas mujeres normales, un oficinista, una turista latina, los típicos viejos. En fin, nunca me había sentido tan deseado, las miradas iban y venían buscando la complicidad del recién llegado. La soledad y sus devotos son culeros, prolijos como un plato de arroz, te examinan para saber qué haces ahí y por qué no estás con tu armoniosa familia deglutiendo platos dietéticos que preparó tu hermosa y esbelta esposa después de dos horas de gimnasio.
No sé si la gente va a ligar a los bufettes de comida china. Porque tampoco vi acción ni galanteo. Pero había muchas miradas perdidas entre la ansiedad y el infortunio.
Admiro a las personas que llevan dos platos, uno en la mano y el otro apoyado en el brazo, y con la otra mano se sirven dos raciones, algunos, los más experimentados, todavía se dan el lujo de llevarse un cuenco con sopa. Esos tipos son mis nuevos ídolos.
Comprendí que la gente prefiere ir al bufette y pagar trece dólares, pero comer hasta sofocarse en lugar de acudir a terapia. Por eso nadie con escrúpulos (yo fallé) lleva a su novia a comer o cenar a uno de estos sitios.
Un bufette de comida china, la más barata en Montreal, es para expiar las culpas al más puro estilo judeocristiano, sólo que el sacramento de la confesión es el postre de avena y coco o la gelatina con mus de chocolate. Es para comer durante horas, llegar a las dos y abandonar el sitio a las cinco y media de la tarde. Nadie va acompañado porque este rito es tan íntimo como asqueroso, se trata de comer hasta el hartazgo.
Cuando llegó mi amigo el músico Sergio Cano, se disolvió la nube enigmática que rondaba mi mesa. Lo curioso de estos chinos es que después de comer te piden dejar propina. ¿Uno va a estos sitios justamente para no dejar propina, no es cierto? Yo me había rehusado, pero un camarero viejo nos habló en castellano con tono de súplica-exigencia, antes de pedir amablemente que nos fuéramos porque cambia el horario de servicio – entre más tarde, más cuesta.
Es curioso que la gente que más convive con el frío sea la que más miedo le tiene. Los pobres que no tienen para el psicoanálisis con calefacción y sofás confortables atrancan en la comida china al mayoreo.

20.11.07

Testigo de cargo de la Muestra Nacional de Teatro

Seguido me preguntan por qué la Muestra Nacional de Teatro no ha mostrado en los últimos años el vigor y la trascendencia que alcanzó en los años 80. Yo respondo: porque en Morelia, en Xalapa, en Monterrey, se dio una gozosa batalla por la identidad del teatro regional; porque eran años de lucha individual y colectiva para demostrar que fuera de la ciudad de México no todo era Cuautitlán; en virtud de que la ahora denominada sociedad civil comenzaba a esculpirse un rostro.
El nacimiento de la MNT coincide con el surgimiento del “nuevo periodismo mexicano”. En 1977 se ponen en circulación la revista Proceso y el diario unomásuno, y la respuesta del público es impresionante. La clase media ilustrada, la inteligencia, los universitarios y la avanzada de la clase trabajadora respaldaron con su lectura la apuesta de un periodismo más libre en forma y contenido.
¿Por qué el diarismo cultural que floreció en los años 80 se ha vuelto previsible, rutinario? Por la misma razón que las Muestras ya no son lo que fueron, porque toda empresa humana tiene, como las obras clásicas, principio, desarrollo y final. El siglo XX comenzó en México hasta los años 20, porque con todo y revolución, el pasado es duro de matar. De hecho nunca muere, se transforma, primero en una epifanía, como ocurrió con las manifestaciones artísticas del modernismo y la vanguardia mexicanas; luego en otro eslabón del conjunto de obras, actitudes y ritos que llamamos tradición.
Con la fundación del INBA, en 1946, se abre en la institución madre de la cultura mexicana un departamento de “teatro foráneo”. El centralismo político, económico y cultural era tan brutal en esos años, que lo que no sucedía en la capital del país, era de las afueras. Ramiro Osorio y Oscar Liera tuvieron el coraje y la visión de convertir esa orilla en el centro del teatro regional. Hasta entonces, la Muestra respondía a una decisión de poder. Juan José Bremer era director del INBA y Víctor Sandoval subdirector. Ambos pusieron las bases de la descentralización cultural. Bremer porque era un político genuinamente interesado en la distribución de los bienes y servicios culturales; Sandoval porque era poeta y había vivido desde Aguascalientes el aislamiento cultural de la provincia. José Solé fue el mejor operador que pudieron tener para instrumentar los primeros pasos de la Muestra Nacional de Teatro, y Ramiro Osorio el disparador de un fenómeno que cambió el rostro del teatro nacional, porque por primera vez pudimos hablar de una República del Teatro Mexicano.
La Muestra comenzó llevando a la ciudad de México las mejores obras de los estados. Era un teatro que ilustraba los textos canónicos de Carballido, Magaña y Arguelles, fundamentalmente. Era un teatro amateur porque no había escuelas, ni espacios, ni becas, ni apoyos de producción dignos de tal nombre, y nadie soñaba con vivir del teatro. A principios de los años 80 Ramiro Osorio recorrió el país como cómico de la legua y tomó nota de la inquietud que había en todo el territorio por romper el centralismo en aras de la identidad regional. Oscar Liera inició en Culiacán la Muestra de Teatro del Noroeste. En Monterrey una nueva generación de autores, actores y directores levantó la voz en pro del teatro regio. En Guadalajara el teatro universitario era cabeza de playa para la renovación escénica. En Puebla un puñado de chamacos daba su do de pecho. La pólvora estaba seca y bastó una convocatoria para que explotara. La Muestra de Morelia fue el Woodstock del teatro regional; una peregrinación y un encuentro reveladores, liberadores. Ramiro llevaba el dinero que costaba la Muestra en una maleta; el guato de mota valía 10 pesos, y se fornicaba a diestra y siniestra, sin condón. Así de lejos estamos de aquel país, de aquellos tiempos.
¿Por qué ahora que hay escuelas, teatros, becas, apoyos de producción, teatro escolar, giras, festivales, publicaciones, internet, no hay otro Woodstok en el teatro mexicano? Vuelvo al símil del nuevo periodismo: porque una cosa es responder a las necesidades apremiantes, genuinas de la sociedad, y otra inventarlas. Los periodistas profesionales estaban seguros de que el unomásuno fracasaría al no tener apoyo institucional. Juraban que con tal nombre y el formato tabloide, propio de la prensa amarillista, no resistiría ni un mes. Por el contrario, abrió el cauce del nuevo periodismo mexicano.
En los 80 el teatro no estaba en la canasta básica de la sociedad, pero sí del gremio teatral. El mérito de Liera fue demostrarle al público que el teatro era un arte pero también una tribuna, una trinchera. Y lo hizo recurriendo al imaginario de su tribu, a su lenguaje, a su paisaje, a su regionalismo. Ángel Norzagaray fue en los 90 un digno acatador de la máxima de Tolstoi, dicha aquí como retruécano: si quieres ser universal, sé pueblerino. Para entonces, los artistas de provincia iban a Xalapa o a la ciudad de México a prepararse, no a asimilarse. Los mejores querían regresar a su tierra para hacer teatro, para formar un público. ¿Qué tanto lo lograron? Es una de las preguntas que deben responder las nuevas generaciones.
Luego de cinco años de codearme con los nuevos dramaturgos, los noveles actores, los directores en ciernes, de diversos estados de la República, por lo menos una vez al año, sé que algo se está gestando en las cunas del teatro nacional. Quienes nacieron cuando la Muestra era un epinicio, llegaron al teatro cuando ese triunfo y el del nuevo periodismo habían cumplido su ciclo vital. En esos 25 años México se convirtió en otro país. La sociedad civil se consolidó como un factor político y social, pero el teatro quedó fuera de su marcha. En el tercer milenio, muy pocas veces el teatro ha sido el reflejo de nuestra sociedad. El tema da para más. Aquí sólo quiero agregar que los paradigmas del teatro mexicano, o están muertos o ya no funcionan para la era virtual. Quedan excepciones clásicas, como Elena Garro, pero es un hecho que los jóvenes hacedores de teatro ya no buscan en las ruinas del siglo XX sus referencias culturales. Por un tiempo creí que estaban perdidos. Lo están, pero su fuerza está precisamente en que deben buscar un nuevo camino para llegar a Roma. Ojalá fueran como los bárbaros del siglo primero de la era cristiana, y aprovecharan esta Muestra para degollarnos a todos los representantes de la antigüedad. En realidad son chicos tiernos que sólo matan, violan y vituperan en sus obras. Es una lástima.

Fernando de Ita. Autor y critico de teatro. Cumple este mes 30 años como periodista de la cultura.

18.11.07

"El mal teatro es insoportable": Brook

Me robo esta nota de El País, nada más para difundir las palabras del maestro, por cierto, ahora que soy casi un ciberpunk, a través del eMule encontré una adaptación fílmica sobre el libro autobiográfico de George Ivanovich Gurdjieff, se llama "Encuentros con hombres notables. Peter Brook". Está realizada en 1979. Vale mucho la pena.

Peter Brook (Londres, 1925), el magistral director de teatro y de cine, se encuentra en Barcelona con motivo de la retrospectiva de sus películas que ha programado el 14º Festival de Cine Independiente. Su estancia en Cataluña coincide con la representación anoche en Girona de su montaje de piezas cortas de Beckett Fragmentos. Genial y encantador, un punto travieso a lo Puck o Yoda, mirando el mundo a través de unos desconcertantes ojos de un azul purísimo y minúsculas pupilas, Brook -el único capaz de comparar al Marco Antonio de Shakespeare con Moshe Dayan, de decir que Marco Antonio y Cleopatra tiene la calidad caleidoscópica de un Jackson Pollock o que el secreto de Hamlet es que "resulta absolutamente imposible decir que has encontrado su secreto"-, explicó ayer cuáles son, en su opinión, las diferencias entre hacer teatro y hacer cine. "En el cine el director trabaja en solitario, es el autor, un personaje autoritario que impone una visión personal, un punto de vista, el enfoque de la cámara, y cuya equivalencia absoluta en la sociedad sería el dictador y en el arte el director de orquesta. El teatro es exactamente al contrario. El teatro es un trabajo colectivo, la reunión de puntos de vista diferentes. No sólo con los actores sino, sobre todo, en los momentos clave, con el público".

Brook ha intentado en su cine romper con la idea dictatorial del punto de vista único. "En mis películas uso diversas cámaras a la vez, algunas independientes de mi voluntad, por ejemplo en Tell me lies (1977) sobre Londres durante la guerra del Vietnam, mostrando opiniones divergentes o en Marat/ Sade (1967)".

Explicó Brook que él pasa de uno a otro, de cine a teatro, "porque los dos me apasionan". Aunque, como espectador, "prefiero el cine; el mal teatro es absolutamente insoportable, en cambio, una película mala puede incluso ser un aburrimiento agradable". Hacer cine, sin embargo, puede ser desesperante: "Hay que esperar y esperar, a veces para que luego todo se cancele; mientras que en el teatro puedes empezar en cualquier momento, aquí mismo, con lo que tenemos a mano".

Brook dijo ayer que continúa su interés por Gurdjieff -que le llevó a filmar Meetings with remarkable men (con la discípula de este, Jeanne Salzman, y Terence Stamp en el reparto)-. "Gurdjieff", justificó, "es el hombre que desarrolló la visión más amplia sobre el lugar del hombre en la vida y la historia". También, obviamente, sigue fiel a Shakespeare: "Es único, alguien aparte. Lo abarca todo. Nadie puede saber cuál es la raíz de ese fenómeno". Hay otros dos autores que le interesan especialmente: "Chéjov, porque no era un profesional del teatro, era médico y eso le dio una generosidad abierta a toda la especie humana", y Beckett -al que conoció- que "a través del minimalismo encontró el macrocosmos dentro del microcosmos". Beckett, abundó, "buscaba la pureza" y es un malentendido hacerlo sinónimo de desesperanza y pesimismo cuando su obra "es luminosa, irradia luz".

Brecht, en cambio, no es santo de su devoción. Le parece "de calidad", pero con algo "totalmente inaceptable": su didactismo, el concepto de obra-lección. "Nadie tiene derecho a mostrar esa actitud superior en teatro".

Brook regaló una anécdota estupenda: cuando con Marguerite Duras buscaban un hombre que encarnara al protagonista de Moderato cantabile, se lo propusieron a Jorge Semprún. Éste estaba encantado de hacer de actor hasta que cayó en la cuenta de que era una actividad bastante contradictoria con su trabajo en la clandestinidad.

JACINTO ANTÓN - Barcelona - 18/11/2007 El País

15.11.07

Dos estrenos dos

Primero, en el puerto de Acapulco, esa obra breve, mi sufrido caballo de batalla, que sigue buscando su lugar en la escena, bajo la dirección del poeta y teatrista Gabriel Brito, Un curso de milagros y el grupo Teatro de Escape con las actuaciones de Maricruz de los Santos e Ilian Blanco.
Jueves 15 de nov. 6:30 p.m.
Casona de Juárez dentro del marco de La Nao, Festival Internacional de Acapulco.




Después, en la Muestra Nacional de Teatro en Zacatecas se presenta dentro del maratón de grupos o compañías emergentes, No tocar, cuya primera versión ya hizo con éxito el propio Paulino Toledo en Santiago de Querétaro, obra teatral para niños que gira entorno del abuso sexual.
Teatro del IMSS de Zacatecas, Zacatecas. Viernes 23 de noviembre, a partir de las 18:30 hrs.


14.11.07

La cultura es patrimonio de eMule

Soy aficionado de ver cómo el arte y la cultura se involucran en los medios de comunicación masiva. De los suplementos culturales de fin de semana en algunos periódicos, al internet y la televisión cultural, la relación es bastante compleja y monótona, por un lado, los contenidos dependen de los limitados formatos, los cuales no siempre permiten profundizar, ni confrontar tesis. Muchas veces son un muestrario de una idea, un autor, un libro, una obra, un concierto, suerte de frágil testimonio.

Sin embargo, a pesar de que la difusión del arte y la cultura se entroncan cada vez más con el formato del mercado que está regido por el "espectáculo", hay esfuerzos interesantes que no se pueden pasar por alto, de ahora u otra época. Ciclos de entrevistas, crónicas, reportajes, documentales y hasta presentaciones de libros que han sucumbido al formato audiovisual, que van desde la típica imagen del felino que persigue a su presa en la sabana africana hasta las entrevistas memorables con escritores o filósofos.

Inevitablemente la televisión cultural está mutando en una televisión ornamentalmente cultural, más interesada en resaltar el folklore y las "tendencias" de la sociedad que examinar y cronizar la ciencia, el arte y la cultura en general. Porque hablar “sobre temas serios, es aburrido”. En la televisión, los temas “serios e importantes” no venden. En México, para no ir más lejos, existen tres televisoras nacionales con objetivos culturales, Once Tv, Canal 22 y Tv Unam. Habría que agregar, como en todo Hispanoamérica, las emisoras locales que producen contenidos culturales, muchos de estos, financiados con dinero público y que no salen de su espectro geográfico.

Pero después de pasar por el satélite o la onda corta desaparecen. ¿Dónde están programas como Conversaciones con Octavio Paz, las altisonazas recomendaciones librescas de Ricardo Garibay o las gesticulaciones exageradas de Juan José Arreola? ¿Dónde está la crónica audiovisual de tantos eventos para la cultura hispanoamericana? ¿Dónde se puede consultar el registro de discursos, exposiciones, y ciclos dedicados a poner la cultura y el arte no sólo como información que se consume, sino que deja testimonio para la reflexión?

En festivales, conciertos, inauguración de exposiciones, presentaciones de libro, hay casi siempre una cámara de televisión que hace un registro más o menos completo del suceso, además de los consabidos encargados de las instituciones dedicadas a la difusión del arte y la cultura precisamente en los departamentos de prensa. Sin embargo, mucho de ese material desaparece, se recicla o simplemente sirve para ilustrar una nota de tres minutos y luego se deshecha como si fuera equivalente a las declaraciones d eun funcionario, o el reportaje sobre el día de la madre.

Este material aunque está financiado con dinero público, tiene las características de un bien privado. ¿Por qué no se puede consultar esa información? Todo lo que produzcan los medios culturales del estado debe estar a la vista de los habitantes. ¿Dónde queda tanto material? ¿Por qué lo esconden?

La excusa para no comercializarlo es el alto costo de la producción. En la era de internet eso se llama pereza. Sólo hay que darle formato, editar lo posible y subirlo a la gran red. Que las instituciones hagan no sólo su trabajo de compilación y archivo de eventos sino que lo ofrezcan a los ciudadanos es lo mínimo, la cultura también está en registros cotidianos que van más allá del periodismo, pero además habría que rescatar lo que ya se ha producido y pugnar por nuevos contenidos. Ya sabemos que la televisión comercial no va a encargar nada que nos interese realmente, sino que nos entretenga simplemente; por lo menos hay que rescatar lo de antaño.

Me alegra, por ejemplo, ver cómo las personas, el público, es quien rescata estos contenidos y los comparte, para muestra los documentales de Eduard Punset que circulan en eMule, las opiniones de Richard Dawkins y las monumentales entrevistas de Soler Serrano en la España de la post-dictadura. Además de un documental perdido sobre Borges, opiniones de Galeano, Savater, Bolaño, Vila Matas y Cortázar. Sin duda, esta clase de programas que almacenan y comparten archivos serán una fuente estupenda de archivología cultural de la lengua española.

Hace falta más, la memoria de nuestra lengua debe ser mucho más que una serie de documentales que algún animoso grabó desde su casa. Lo malo es que algunos archivos, por cierto, son un engaño para ofrecer pornografía camuflada de pésima calidad.

Todo esto, a propósito de que el Centro de Investigación Teatral Rodolfo Usigli ha puesto a la venta estas joyas del teatro por sólo 30 dólares americanos o 300 pesos, es decir, que todavía hay coherencia, seguro llegarán al nuevo archivo de la cultura, en breve:


9 CDS Y 1 DVD DVD. DOCUMENTALES DE TEATRO MEXICANO: DANZON DEDICADO AL TEATRO MEXICANO, RETES, CAMINANTE DE TEATRO y SEKI SANO. BIBLIOTECA DIGITAL DEL CITRU

6.11.07

Noel Coward: un patriota antinazi

Algunos medios de comunicación, en sus reducidos espacios culturales reproducen una información que más o menos ya era pública, puesto que el investigador Barry Day supo esbozar en sus pertinentes indagaciones sobre la obra y vida de Noel Coward: el escritor fue un espía de guerra. No un gran espía, dicho sea de paso, pero sí oficialmente una persona involucrada en la inquisición de pistas sobre el entramado nazi.

El autor de Vidas privadas (1930), Esta noche a las ocho y media (1935) o Breve encuentro, que como bien dice Patricia Tubella adaptó para el cine uno de los clásicos de la filmografía británica y fue reclutado por los servicios de inteligencia de su país en 1938. Coward espió a sus colegas y reprochó a aquellos artistas escénicos que se volcaron en su carrera de Hollywood en lugar de hacer frente común contra la Alemania de Hitler.

Más que un decidido antinazi, Coward era un obstinado patriota. Tengo la impresión, como antes ya lo había esbozado Day, de que el nazismo fue en un primer momento para Coward un pretexto para desfogar sus sentimientos nacionalistas. A pesar de haber sido ninguneado por Churchil, de haber conocido el menosprecio de una parte de la crítica por considerarlo un autor comercial, Coward sirvió lealmente a su país, precisamente porque Churchil lo quería lejos de Inglaterra, a causa de su homosexualidad casi pública.

La coherencia del dramaturgo es notable. No sólo fue uno de los primeros en salir orgulloso del armario, también se obstinó en servir en la causa antinazi y fue especialmente crítico y espía con sus colegas burgueses, sobre todo en Estados Unidos.

Próximamente se publicará un libro que reúne sus cartas privadas, al cuidado de edición de Barry Day. Una oportunidad que no se puede dejar pasar.

3.11.07

Joven dramaturgia mexicana

Desde hace un mes o más – en la editorial no se preocuparon por avisar – circula un ensayo que titulé De la joven dramaturgia y otros monstruos en la Revista Tierra Adentro, y en la que, entre otros datos, doy cuenta de algunas de las características que agrupan a las personas que responden a los siguientes nombres: Carlos Nohpal (DF, 1971), Conchi León (Mérida, 1972), Edgar Chías (DF, 1973), Mario Cantú (Monterrey, 1973), Jorge Kuri† (Estado de México, 1974), Rafael E. Martínez (Sonora, 1974), Alfonso Cárcamo (DF, 1974), Alejandro Román (Cuernavaca, 1975), Martín López Brie (Buenos Aires, 1975), Mariana Hartasánchez (DF, 1976), Richard Viqueira (DF, 1976), Verónica Bujeiro (DF, 1976), Luis Ayhllón (DF, 1976), Noé Morales Muñoz (DF, 1977), Luis Santillán (DF, 1977), Alberto Villarreal (DF, 1977), Denisse Zuñiga (DF, 1980), Hugo Abraham Wirth (Iztapalapa, 1981) y Alejandro Ricaño (Xalapa, 1982).

Sobresale la concentración del centro del país, específicamente la capital. Sin embargo, el norte cabalga aprisa para entregar sus credenciales. De la costa del Golfo de México, Xalapa se mantente como un bastión no sólo de dramaturgos, sino de teatristas en general, y el Pacífico brilla por su ausencia, con él Guadalajara y el Bajío. El Sur, condenado a las apariciones esporádicas, mantiene en Mérida su mejor porvenir, esto es lo que hemos denominado la Joven Dramaturgia Mexicana y he sido yo el verdugo.

1.11.07

En defensa de Halloween

Nunca falta un chovinista aguafiestas, un nacionalista a ultranza, un defensor de la purísima cultura local. El continente hispanoamericano está lleno de falsos profetas de la identidad. Bajo este pretexto, tanto autoridades como instituciones eclesiales han sugerido y en otros casos prohibido celebrar el Halloween argumentando que se trata de una fiesta estadounidense que, en este tipo de actos, despliega su más feroz rostro imperialista.

Si alguien le molesta el Yanki-imperio es a mí. Pero no creo que una fiesta para disfrazarse y obtener dulces sea ofensiva a ninguna cultura local con verdadero arraigo. En realidad es demasiado tentador para un niño disfrazarse, pedir dulces, caminar en la noche con amigos y reírse de la muerte, en suma, celebrar la victoria de la infancia sobre el jardín de la tediosa adultez. ¿Por qué les debemos prohibir a los niños este acto de disipada teatralidad?

Cuando uno deja de ser quien es y adopta un personaje, popular o inventado, bueno o malo, no sólo alimenta un ideal o características impropias, sino que toma distancia con el mundo, lo mira desde otra perspectiva, y ese cambio de conciencia, es el principio de la actoralidad. Esa visión de puesta en escena callejera, de hapening multitudinario es quizá la mayor fiesta de teatralidad de los niños occidentales. ¿Quién soy yo para negarles un poco diversión?

Creo que se debe festejar el Halloween si además las costumbres y los ritos sobre la muerte se preservan. De algún modo, esta fiesta callejera y ruidosa es bastante más vieja que los Estados Unidos, pues en realidad se trata de un agasajo de origen celta que fue exportado muy probablemente por inmigrantes irlandeses.

En Montréal me pareció una fiesta bastante menos espectacular de lo que esperaba. Un poco monótona. Los niños no estaban tan entusiasmados como creo que sucede en otras partes del mundo. Quizá eso debe a que esta celebración les resulta demasiado familiar, tal vez los niños quebecúas estarían fascinados con poner un altar de muertos en el salón de casa como se hace en México, por ejemplo. En fin, lo cierto es que a mí me gusta esta fiesta, aunque le he perdido el vértigo infantil y sólo me quedan las ganas de llenarme de dulces y amanecer en un coma diabético a mitad de la calle.

Para los puritanos ultradefensores de la cultura local o nacional o tradicional, bastaría con recordarles lo arcaico de esta fiesta y que el mundo, a pesar de ellos, cambia constantemente. Para muestra: hace no tantos años muchas culturas ni siquiera comían con cubiertos, tampoco se limpiaban la nariz con papel ni le permitían a sus mujeres el derecho a opinar, ni mucho menos a votar, y ni hablar de otros préstamos culturales como la pizza o las fragancias. Hoy todo esto nos parece natural. No es un asunto de globalización, sino recompartir la cultura, que sean los niños quienes disfruten el banquete.