22.11.08

El conejo de Rodrigo García



En la última obra del dramaturgo hispanoargentino (Versus), el joven Rodrigo García (1964), un actor introduce un conejo vivo en un horno de microondas. Suponemos que el horno es falso y aunque aparece una luz amarillenta mientras el conejo va dando vueltas, uno piensa que más allá de los comunes y repetidos artilugios de García (griterío, diálogos prosaicos, algunas tetas y actores que han salido del “mundo real” y no de una escuela de arte dramático), el mejor trágico de la obra es un conejo blanco de ojos rojizos.
Sólo espero que cobre caché y su tajada de subvención.
Según dice García en la prensa, en los últimos años, se queja, no ha tenido sitio en los escenarios españoles y ha tenido que buscar refugio en países como Francia. Sí le llamaron, reconoce, «de teatros oficiales, pero no podía trabajar en total libertad; o me imponían un tema o un equipo de trabajo».
Supongo que alguien le incriminó que hubiera un veterinario tras bambalinas por si le ocurría algo al conejo.

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