Ayer entró una zarigüeya a la terraza de la casa de mi abuela. Se comió la comida del gato. Asco. Parecía un ser de otro planeta: el planeta de las ratas gigantes. También ayer concluyó el seminario de Guillermo Heras en Pachuca. Se habló de Kantor, de Tzara, de Kane, Kaegi, de Thomas Ostermeier y de otros muchos. Faltó tiempo para atosigarlo con preguntas (acerca de Castelucci, Pavlovsky, García y muchos temas y artistas más). Me quedé con la impresión, después de tres días de arduo seminario, que para hacer teatro contemporáneo de festivaleo hay que hacerse millonario. Entre las excentricidades de Pina Bausch (claveles traídos desde Hong Kong para cada función y/o el delirio escenográfico de los alemanes o el despliegue técnico de La Fura) sólo queda la imaginación.
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