Y se cerraron las maletas (no sin dificultad).
Las tristes despedidas, la promesa de volver, las caricias a los domésticos, el nerviosismo por el vuelo metido en las encias, un rechinar de puertas, algunas lágrimas.
A lo lejos el pueblo, húmedo, de tanto llover en los últimos días. Los árboles retenían absurdas gotas transparentes mientras la gente se preparaba para festejar a la patria, por mecánica ritual, pues parece que cada vez hay menos motivos para celebrar.
Después de varias escalas, otra vez en casa. Bilbao lucía también lluviosa y mojada, ciudad a la que no le falta agua, pero sí patria. Alguna nostalgia tenía, hay que decirlo, por el País Vasco. Ya queda sólo el último tramo, las últimas horas y otra vez todo a la normalidad, si es que eso existe.
Ahora sí, responderé correos electrónicos pendientes, enviaré mi declaración de impuestos, revisaré correspondencia y actualizaré este espacio más allá de ser la cartelera cultural propia de verano.
4 comentarios:
Felíz vuelta hermano.
Felíz vuelta niña.
Felíz vuelta gata.
Maestro: q mal q ya no nos vimos antes de su partida. Espero la próx vez sea yo quien vaya a sus lares para poder tomarnos la segunda ceerveza q ha quedado pendiente. Un gusto saludarlos y mucha mierda de regreso a ese estado q supone la normalidad sin saberlo a ciencia cierta.
Un abrazo.
Feliz cumpleaños, Olmos...
Gracias Elena...
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