7.3.10

Azar, Solórzano, Els Joglars, Bergamín, Sastre

Este fin de semana encontré varias cosas interesantes sobre personas que han gestado el arte teatral; retratos de artistas que estuvieron mucho antes que nosostros y que, en ese afán por homenajearlos o escudriñarlos, a veces nos quedamos sólo con la silueta, con el nombre propio y no con la obra, con la sustancia de su trabajo, pero siguen presentes, de un modo u otro, por ejemplo, en la prensa.

- María Luisa "La China" Mendoza escribe sobre el maestro Héctor Azar. Un recuerdo personal, muy emotivo y acaso por eso mismo exagerado, del hace años fallecido maestro poblano.

- El dramaturgo y docente teatral guatemalteco Carlos Solórzano, que lleva casi toda su vida en México, ha recibido en la UNAM un merecido homenaje por sus 91 años.

- Este año se cumplen 49 años de Albert Boadella al frente de la compañía de teatro catalana Els Joglars. No es un tipo fácil de reseñar. Escribir sobre él y su obra llevaría años de hallazgos en los cuales la contradicción es el elemento principal, sin embargo, soy de los que piensan que este artista está comprometido con otro tiempo, lejano y rancio y que padece demencia senil, o casi. Pasó de la ironía a la defensa de valores fascistoides. Basta leer sus declaraciones.

- Hay una nota muy curiosa (no es noticia, no es una columna de opinión pues no llega a argumentar nada, tampoco es una nota de marcaje histórico) en el periódico español El Mundo, de claro semblante reaccionario, en la cual se enlista a una serie de dramaturgos y gente de teatro que han construido con vida y obra una alternativa política al centralismo español y han criticado (con mayor o menor fortuna) sus procesos políticos, en especial la ausencia de libertad para ejercer el derecho de autodeterminación de todo pueblo y la libertad de expresión. Así, José Bergamín, Alfonso Sastre, Pepe Rubianes, Iñigo Ramírez de Haro, Willy Toledo metidos en el mismo saco son calificados como probables personajes de Ibsen. Parece que a la derecha la crítica le parece teatro del absurdo. Viva el totalitarismo. Y claro, no tienen desperdicio los comentarios de los lectores del diario.

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