Rafael Pérez Gay tiene toda la razón. Mi experiencia en Montreal además de muy placentera fue el descubrimiento de un modelo de políticas culturales orientadas no reforzar o amplificar los símbolos nacionales de un territorio, más bien a contemplar las tendencias artísticas, de conservación del patrimonio, de ciencia y educación en el mundo, como una forma de situarse en él.
Lamentablemente Europa evoluciona hacia el modelo contrario: el nacionalismo que derrite la cultura y la funde en banderas y premios de marcado símbolo estatutario. Quebéc tiene mucho que enseñar a Occidente.
Buena entrevista de Pérez Gay aquí.
Lamentablemente Europa evoluciona hacia el modelo contrario: el nacionalismo que derrite la cultura y la funde en banderas y premios de marcado símbolo estatutario. Quebéc tiene mucho que enseñar a Occidente.
Buena entrevista de Pérez Gay aquí.
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