Antes que nada: ¿Es Montezuma o Moctezuma? Qué alguien aclare el nombre de la ópera, por favor, por la salud mental de don Google.
Por lo demás, desde su estreno en Edimburgo he leído la crítica al montaje de Claudio Valdés Kuri y compruebo la profecía: ahondar trivialmente en la historia sólo alimenta el debate y la vehemencia entre espíritus livianos y patrioteros.
Que si Cortés aparece como un violador desalmado y perturbado (los españoles ofendidos), que si la caracterización contemporánea del libreto es parte de una extensión folklorica dictada desde la cúpula nacionalista e institucional de México (los indígenas caricaturizados, como es costumbre y el supuesto mestizaje se encumbra a los altares de la sociología), que musicalmente se trata de una pieza que debería estar en el olvido (ni clásica, ni barroca, fue un encargo musical para el libreto de un monarca, Federico II de Prusia), que si la dirección de Valdés Kuri es apresurada y superficial, nacionalista y fincada en escasos meses de trabajo, con un elenco desigual (muy probablemente, Claudio, al ser el único director de escena reconocido fuera del país, ha sido sobre explotado este año bicentenario), que si la obra es soez, desalmada y perturbadora (eso para mí sería un buen signo, por lo menos).
Una certeza: la crítica abomina el montaje, el público no ha salido del todo satisfecho y la apuesta estética de CVK estaba en otra dirección: proyectos personales y experimentales con su compañia de teatro (Teatro de Ciertos Habitantes). No es precisamente un director de ópera destacado y quizá debió dar el salto a este tipo de formatos hace algunos años, para no llegar frío a este complejo terreno de juego europeo: el de la burguesía reaccionaria, pero culta, educada en una tradición eurocentrista de prestigio y muy exigente con lo que ve en la escena.
Es una pena que un director teatral solvente haya perdido los estribos con en este encargo operístico (cambiando escenas, por ejemplo, según el lugar donde se presenta la obra y con penosas declaraciones historiográficas), y para prueba una selección de notas de prensa que ejemplifican el despropósito patriotero: aprovechar el supuesto bicentenario de la independencia de México (realmente es el inicio de una cruel guerra civil que duró más de una década) para vender en el mercado escénico europeo una versión contemporánea de un país que exporta clichés al por mayor.
¿Será la polémica histórica y temática (en especial en Madrid, de donde proviene parte del dinero de la producción, Comunidad Autónoma en manos de la super conservadora Esperanza Aguirre) una parte del acierto de Valdés Kuri, era esa su intención? ¿Qué parte del discurso del director debemos interpertar como propio los espectadores "mestizos mexicanos" con estos referentes? ¿Realmente hirió a los burgueses europeos, a los españolitos soberbios y nostálgicos de un imperio o de verdad la obra es la mierda integral que la gente relata en varios medios y en los comentarios de algunos espectadores?
Habrá que esperar su estreno en México y lo que venga después, sin embargo, su paso por Europa no ha sido del todo positivo (¿No se trataba de quedar bien con nuestros hermanos gueros, queridas autoridades culturales mexicanas?).
Una chorrada por dos duros... Curioso que la crítica de esta persona parta del hecho de que no es una "superproducción".
Mortier, el director de los Teatros del canal de Madrid (donde la obra se exhibe), dice que este título "supone un proyecto importante a la hora de crear una relación con América del Sur"... ¿Y desde cuándo México está en América del Sur?
Quizá esta sea la crítica más seria al montaje... "La cantata profana del malvado gachupín".
Rowena Smith en Edimburgo no estaba muy complacida con el montaje...
¿La conquista de México era inevitable? Yo creía que México era una invención posterior a esta conquista del imperio azteca, pero el historiador Claudio Valdés Kuri tiene otra versión...
A este ultraderechista lo desesperó el montaje y la historia del libreto, tanto que le cambió el nombre al director de escena. Eso puede ser un buen signo.
Por lo demás, desde su estreno en Edimburgo he leído la crítica al montaje de Claudio Valdés Kuri y compruebo la profecía: ahondar trivialmente en la historia sólo alimenta el debate y la vehemencia entre espíritus livianos y patrioteros.
Que si Cortés aparece como un violador desalmado y perturbado (los españoles ofendidos), que si la caracterización contemporánea del libreto es parte de una extensión folklorica dictada desde la cúpula nacionalista e institucional de México (los indígenas caricaturizados, como es costumbre y el supuesto mestizaje se encumbra a los altares de la sociología), que musicalmente se trata de una pieza que debería estar en el olvido (ni clásica, ni barroca, fue un encargo musical para el libreto de un monarca, Federico II de Prusia), que si la dirección de Valdés Kuri es apresurada y superficial, nacionalista y fincada en escasos meses de trabajo, con un elenco desigual (muy probablemente, Claudio, al ser el único director de escena reconocido fuera del país, ha sido sobre explotado este año bicentenario), que si la obra es soez, desalmada y perturbadora (eso para mí sería un buen signo, por lo menos).
Una certeza: la crítica abomina el montaje, el público no ha salido del todo satisfecho y la apuesta estética de CVK estaba en otra dirección: proyectos personales y experimentales con su compañia de teatro (Teatro de Ciertos Habitantes). No es precisamente un director de ópera destacado y quizá debió dar el salto a este tipo de formatos hace algunos años, para no llegar frío a este complejo terreno de juego europeo: el de la burguesía reaccionaria, pero culta, educada en una tradición eurocentrista de prestigio y muy exigente con lo que ve en la escena.
Es una pena que un director teatral solvente haya perdido los estribos con en este encargo operístico (cambiando escenas, por ejemplo, según el lugar donde se presenta la obra y con penosas declaraciones historiográficas), y para prueba una selección de notas de prensa que ejemplifican el despropósito patriotero: aprovechar el supuesto bicentenario de la independencia de México (realmente es el inicio de una cruel guerra civil que duró más de una década) para vender en el mercado escénico europeo una versión contemporánea de un país que exporta clichés al por mayor.
¿Será la polémica histórica y temática (en especial en Madrid, de donde proviene parte del dinero de la producción, Comunidad Autónoma en manos de la super conservadora Esperanza Aguirre) una parte del acierto de Valdés Kuri, era esa su intención? ¿Qué parte del discurso del director debemos interpertar como propio los espectadores "mestizos mexicanos" con estos referentes? ¿Realmente hirió a los burgueses europeos, a los españolitos soberbios y nostálgicos de un imperio o de verdad la obra es la mierda integral que la gente relata en varios medios y en los comentarios de algunos espectadores?
Habrá que esperar su estreno en México y lo que venga después, sin embargo, su paso por Europa no ha sido del todo positivo (¿No se trataba de quedar bien con nuestros hermanos gueros, queridas autoridades culturales mexicanas?).
Una chorrada por dos duros... Curioso que la crítica de esta persona parta del hecho de que no es una "superproducción".
Mortier, el director de los Teatros del canal de Madrid (donde la obra se exhibe), dice que este título "supone un proyecto importante a la hora de crear una relación con América del Sur"... ¿Y desde cuándo México está en América del Sur?
Quizá esta sea la crítica más seria al montaje... "La cantata profana del malvado gachupín".
Rowena Smith en Edimburgo no estaba muy complacida con el montaje...
¿La conquista de México era inevitable? Yo creía que México era una invención posterior a esta conquista del imperio azteca, pero el historiador Claudio Valdés Kuri tiene otra versión...
A este ultraderechista lo desesperó el montaje y la historia del libreto, tanto que le cambió el nombre al director de escena. Eso puede ser un buen signo.
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