Más de 50 años en la actuación. Un maestro del teatro mexicano, que se fue. Ha muerto don Claudio Obregón (San Luis Potosí 1935) tras sufrir un paro cardio respiratorio en la Ciudad de México.
No quedan actores de su calibre, de su fuerza, de su trascendencia. El hueco será difícil de llenar. Muchas generaciones de teatristas mexicanos hemos crecido sabiendo que era el actor cumbre, la exigencia máxima de una reciente pero fructífera tradición actoral.
Obregón encarnaba el modelo de actor temperamental de teatro de la segunda mitad del siglo veinte, hombre de izquierdas – fue miembro del partido comunista – trabajaba con directores propositivos, defendía con pasión su oficio, no era muy amigo de los medios de comunicación, hacía televisión ocasionalmente para ganar dinero y se metía a proyectos cinematográficos y procesos teatrales para no perder el estilo, para seguir dictando cátedra, por gusto y para mantenerse en forma, como un atleta de la escena.
No necesitaba más aplausos, ni trabajar con directores nuevos, ni explorar nuevos lenguajes, encarnar más personajes. Había dicho y hecho de todo, pero seguía estoico, motivándose y al mismo tiempo estimulando a los más jóvenes.
Lo conocí, lo vi de lejos, lo escuché varias veces repartir consejos y propuestas, cuando trabajé en el FONCA, en la sede de la Zona Rosa. Entendí que además de ser un teatrista importante en México (todos pedían su opinión y la respetaban), era un actor comprometido con su gremio. Lo recuerdo defendiendo con vehemencia un Sistema Nacional de Creadores Escénicos.
Su voz me acompaña también en la lectura de varios poetas que grabó para la posteridad, (Vallejo y Owen, por ejemplo), en el recuerdo de su King Lear, en su última aparición en la CNT de Luis de Tavira (Ser es ser visto).
Se cierra el telón para don Claudio Obregón.
1 comentario:
Enorme perdida para el teatro mexicano. Su actuación en Endgame a mediados de este año ha sido por mucho lo mejor q he visto en todo el año. Una catedra no sólo de actuación, de profesionalismo y de pasión. Fue un privilegio escuchar a Beckett a través del maestro Obregón.
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