Motivos para dejar el teatro en casi cualquier de Occidente sobran. La
precariedad laboral, los salarios injustos y esclavistas por hora
trabajada, el desdén de las autoridades, la ausencia de público
genuino, amplio, crítico; la centralización de la oferta y las cúpulas
internas, camarillas que entre unos pocos transitan de la endogamia a la
corrupción a la hora de repartir las precarias subvenciones (muchas
veces, el peor enemigo del teatro es el teatrista hegemónico). En fin, el actor catalán Carlos #Olalla
escribe sobre su derrota, se baja del escenario y nos pone a pensar,
que una actividad artística puede ser un acto de resitencia, sí, pero
también debería ser otra cosa, por ejemplo un empleo medianamente
remunerado.
SE ACABÓ. ME BAJO DEL ESCENARIO. Amo al #teatro
por encima de todo. Por eso la de esta noche en el Alfil ha sido mi
última representación. Hace dos años gané el premio de periodismo
cultural Paco Rabal con un artículo titulado “El teatro es un acto de
resistencia”. En él defendía que hacer e ir al teatro era un acto de
resistencia ante el genocidio de la #cultura
que practica este gobierno. Hoy,harto de trabajar en los escenarios en
condiciones esclavistas, sin cobrar un duro y dependiendo de que amigos o
familiares vengan a verte porque las salas no pueden invertir en
promoción, he entendido que me equivocaba. Seguir trabajando en estas
condiciones es hacerle el juego a un gobierno que criminaliza la
cultura. Nosotros, trabajando sin cobrar, estamos escondiendo la
realidad del sector. Ha sido nuestro trabajo no remunerado durante todo
este tiempo el que ha hecho que muchas salas permanezcan abiertas. Pero
el teatro es una profesión, y como tal debe ser remunerada. El público
no es consciente de la realidad de nuestro sector, con un paro superior
al 90%, una precariedad laboral del 98% y una retribución por hora en
las salas de teatro alternativas que, en el mejor de los casos, no
alcanza los 50 céntimos la hora. Y nosotros, con alfombras rojas o
manteniendo abiertas #salas
alternativas gracias a nuestro trabajo esclavo, estamos contribuyendo a
ello. Por eso, porque amo tanto el teatro, no volveré a subir
profesionalmente a un escenario hasta que bajen el #IVA.
Solo me veréis en funciones benéficas apoyando las causas en las que
creo, pero no a un gobierno que desprecia, persigue y criminaliza la
cultura.
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